Desde el año 2007, en que se presentó su último informe, más de 800 científicos de todo el mundo han venido colaborando con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en una tarea que se está terminando en estos días y que será el 5º Informe (conocido como AR5), centrado en la puesta al día de las evidencias científicas del cambio climático.
Este quinto Informe del Panel, al igual que los cuatro anteriores publicados en 1991, 1996, 2001 y 2007, consta de tres volúmenes, que contienen las conclusiones de los tres Grupos de trabajo que constituyen el IPCC:
.- El Grupo de trabajo I evalúa los aspectos científicos del sistema climático y el cambio climático.
.- El Grupo de trabajo II evalúa la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y naturales al cambio climático, las consecuencias negativas y positivas de dicho cambio y las posibilidades de adaptación al mismo.
.- El Grupo de trabajo III evalúa las posibilidades de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y de atenuar los efectos del cambio climático.
Aunque los documentos finales del AR5 no están aún disponibles, si se conocen algunas filtraciones sobre su contenido, entre las que podemos destacar:
.- Estamos seguros, a un nivel de seguridad del 95%, es decir con muy pocas dudas al respecto, que estamos inmersos en un Cambio Climático y que las actividades humanas son las causantes de dicho cambio; en particular del creciente calentamiento global que hemos padecido desde 1950 hasta nuestros días, alcanzándose valores que no tienen precedentes en los últimos cientos o miles de años.
.- Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) crecieron más rápido en la primera década de este siglo XXI que en las tres décadas anteriores de finales del XX. Gran parte de ese aumento se debió a la combustión de carbón, y particularmente por el utilizado para la generación de electricidad en China.
.- La aparente ralentización del calentamiento del planeta, que parece observarse en algunos de los últimos años, no es suficiente para considerarla como una tendencia a largo plazo, sobre todo si se tiene en cuenta que se estima que en su mayor parte se debe a la crisis económica mundial, que ha forzado reducciones en el consumo y en la producción; a lo que hay que añadirprobablemente la atenuación de la irradiación solar, como consecuencia de las últimas y muy potentes erupciones volcánicas, así como una redistribución del calor en los océanos.
.- La década pasada fue de las más cálidas en el planeta Tierra en casi siglo y medio de registros climáticos, sin embargo las mediciones satelitales mostraban una mayor diferencia entre la radiación solar entrante y la radiación saliente, emitida desde la Tierra; es decir, estaba entrando en el Sistema Climático mucha más energía de la que salía y “echando números”, el calentamiento planetario no parece ser “suficiente” para explicarlo.
.- Esta creciente entrada de energía, sin salida y sin transformación en calentamiento suficiente de suelo (litosfera) o aire (atmósfera), implica que necesariamente el calor se está acumulando en algún otro lugar del planeta y algunos modelos climáticos apuntan a que ese lugar son las capas profundas de los océanos (hidrosfera), a profundidades más allá de algunos centenares de metros, y en todos los océanos del planeta.
.- Esta acumulación de energía en los océanos dará lugar a períodos de “aparente” receso en la elevación de las temperaturas, pero suponen cantidades enormes de calor, que sin duda darán lugar a cambios en la circulación oceánica y con ello cambios también en la circulación general atmosférica. Por tanto, debe tenerse en cuenta que ese calor no ha desaparecido, y sería un serio error olvidarlo o ignorarlo, puesto que la realidad es que quedamos a la espera de sus futuras consecuencias meteo-climáticas.
.- Se sabe desde hace mucho que el permafrost en los suelos helados, en caso de derretirse, liberaría dióxido de carbono (CO2), agravando mucho el calentamiento global, lo cual derretiría más permafrost, que provocaría más calentamiento global, entrándose así en un círculo vicioso, de indeseables consecuencias, puesto que además parece que el contenido de CO2 en el permafrost del Ártico podría ser muy superior a lo previsto.
.- De cara al futuro, la mayoría de los escenarios manejados en los modelos climáticos, indican que las emisiones mundiales de GEI (Gases de Efecto Invernadero), tendrían que reducirse del orden del 40 al 70 %, desde ahora hasta el 2050, para poder mantener limitado el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de los 2 °C, tal como se acordó en Naciones Unidas. Para esto, el informe estima que el mundo tendría que invertir 147 000 millones de dólares USA cada año, en energías bajas en carbono, como la eólica, la solar o la nuclear hasta el 2030.
Y para acabar de complicar las cosas en este oscuro tema, pero “en otro orden de cosas”…
Uno de los principales aspectos que recogen las filtraciones, sobre el contenido del Informe AR5, es el reconocimiento por parte del Panel de un asunto que ya había sido destacado por analistas y activistas climáticos, y es que una parte cada vez mayor de las emisiones de CO2 procedentes de la utilización de combustibles fósiles en los países en desarrollo se debe a la producción, en esos países, de bienes y servicios que se dirigen después hacia mercados de los países desarrollados.
Como consecuencia lógica, muchos países en el sur plantean que una política global de reducción de emisiones debería no solo considerar el origen de la producción sino también su destino, responsabilizando a los consumidores del norte por el aumento de las emisiones de los productores del sur. Con lo que la transferencia de industrias contaminantes del norte hacia el sur, sería una estrategia de los países desarrollados, los del norte, para escabullir sus responsabilidades climáticas.
Y esto, que es parcialmente cierto, aunque no es toda la verdad, se ha convertido en un obstáculo imposible de saltar en la Convención de Cambio Climático. Los países desarrollados llevan sus industrias al sur porque allí no hay restricciones a las emisiones y los países del sur se encuentran con una fuente importante de inversión extranjera y de crecimiento de sus PIB correspondientes.
En fin que es la conocida pescadilla que se muerde la cola, con lo que encontrar la salida al problema, no parece una tarea fácil; ahora bien, si alguien piensa que con estas actitudes acabaremos poniendo al planeta en peligro, debe estar tranquilo,… el planeta seguirá practicando la homeostasis reguladora, de acuerdo con la Hipótesis GAIA, asegurándose su bienestar para unos cuantos miles de millones de años.
¡EL PLANETA NO ESTÁ EN PELIGRO! Pero… ¿Y nosotros? Pues, de momento, nosotros bien, gracias.