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Ciencia Fácil

El planeta se nos va de las manos. Muchas Cumbres, pero el mismo clima

Durante la COP21 recientemente celebrada en París, había concienciación y unanimidad en las observaciones de los científicos; la atmósfera de nuestro planeta se está calentando debido a la acumulación en ella de los gases de efecto invernadero, generados por la actividad humana. El objetivo de la Conferencia, era dar algunas respuestas a este fenómeno que pone en peligro el futuro de la presencia del ser humano en algunas áreas de nuestro planeta. Pues bien,… ¡Siempre nos quedará París!

Pasemos revista a algunos asuntos relacionados con el clima, sus cambios y sus cumbres:

¿Qué es una COP? Cuando se trata de asuntos relacionados con el clima y sus cambios, la COP es la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Como ejemplo, la COP21 es la celebrada en París en diciembre 2015. Después comentaremos lo hecho y lo dejado de hacer allí.

Desde hace ya varios años, los términos efecto invernadero, calentamiento global, cambio climático, extinción de especies, degradación de suelos, desertificación, biodiversidad, etc., se han hecho habituales en los medios de comunicación, por lo que resultan ya generalmente conocidos, al menos “de oídas” o “de leídas”, a pesar de lo cual siempre faltan cosas por conocer y aclarar. Por ejemplo, es frecuente llamar “cambio climático” al conjunto formado por las causas y sus efectos, cuando convendría separar ambos conceptos.

Frecuentemente se dice que son consecuencia del cambio climático cosas que poco o nada tienen que ver con él, y sin embargo no se le achacan situaciones que sí son consecuencia de ese cambio. Es como si se hubiera troceado el tema, separando las piezas como si se tratara de un puzle, y después se tratara de forzar la entrada de una pieza en un hueco, sea el suyo o no.

Una realidad, constatada por la observación,  es que los glaciares están derritiéndose en todo el mundo y que cada verano disminuyen más y más los hielos marinos, de forma que las criaturas marinas tienen ya dificultades para sobrevivir en aguas cada vez más cálidas y la disminución de las poblaciones de peces amenaza el sustento de aquellos, humanos o animales, que dependen de la pesca.

Los incendios forestales y las olas de calor producen cada año numerosos daños, e incluso muertes, a miles de personas, al tiempo que los cambios en los patrones de distribución de las enfermedades hacen que la población humana sea más vulnerable a brotes de infecciones, algunas de ellas graves. Al mismo tiempo, algunas regiones se enfrentan a grandes inundaciones, y otras atraviesan períodos de sequía de larga duración.

Todos estos eventos afectan enormemente a nuestra sociedad y a muchas de sus actividades, y las proyecciones de los climatólogos sugieren que estas situaciones seguirán presentándose en el futuro, y cada vez con mayor intensidad y frecuencia, de forma que estos temas seguirán dominando los titulares de los medios de comunicación. Pero a veces los artículos y las noticias que tratan de estos asuntos pueden parecer contradictorios, aunque en el fondo no lo sean, lo que puede dar lugar a confusión.

De alguna manera, la situación es similar a armar el puzle gigantesco del que hablaba, en el que cada pieza individual aporta un poco de información, pero a medida que colocamos más piezas en sus sitios, el puzle va adquiriendo una forma que podemos identificar, pese a que algunas partes aún quedan por terminar.

Veamos algunas de las causas de los cambios climáticos naturales, anteriores al actual. A lo largo del tiempo, el clima de la Tierra ha ido cambiando, y esto se debe a que muchos fenómenos terrestres, oceánicos y espaciales participan en la modelación de los climas del planeta. El Sol es el principal agente generador del clima, puesto que es la fuente de casi toda la energía. En los últimos dos siglos, la producción energética del Sol aumentó en aproximadamente un 0,1 %, lo cual supuso un calentamiento de 0,1 °C de la atmósfera terrestre en la primera mitad del siglo XX.

Sin embargo, los datos obtenidos desde 1979, cuando comenzamos a realizar mediciones desde el espacio de la energía aportada por el Sol, indican que si bien la Tierra ha seguido calentándose, no se ha producido ningún cambio significativo en la energía solar total que ha recibido, por tanto no parece que el calentamiento del planeta deba asociarse a cambios en la emisión de energía desde el Sol.

Mientras tanto, lo cierto es que el planeta sigue padeciendo un alarmante cambio climático y que se va haciendo necesario y urgente tomar medidas y soluciones globales. Para intentarlo son ya muchas las Cumbres del Clima celebradas y muchas también las COP entre los responsables, pero veamos qué ha pasado con la última, la COP21.

El Informe sobre el Acuerdo de París, fechado el 12 de diciembre de 2015, consta de 29 artículos, que “se extienden” a lo largo de 40 páginas, y en él se dicen muchas cosas, unas tan acertadas como:

“Somos conscientes de que el cambio climático representa una amenaza apremiante y con efectos potencialmente irreversibles para las sociedades humanas y el planeta y, por lo tanto, exige la cooperación más amplia posible de todos los países y su participación en una respuesta internacional efectiva y apropiada, con miras a acelerar la reducción de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero…”

Otras muy lógicas:

“Reconocemos la necesidad de promover el acceso universal a la energía sostenible en los países en desarrollo, en particular en los de África, mediante un mayor despliegue de energía renovable…”

Y, en fin, algunas otras llenas de tecnicismos legales-oficiales, con muchos “considerando, reconociendo, entendiendo, etc.”, que muestran cantidades ingentes de “buenismo” por parte de las Partes.

Pero, dicen los que se han leído el texto entero varias veces, que en ningún sitio han encontrado las medidas ”legalmente vinculantes”, es decir “obligantes” para entendernos, que serían lo único que podría dar cierta credibilidad al cumplimiento de lo acordado. La única novedad de este Acuerdo de Paris es que cita cifras y reconoce que no debemos superar los 2 ºC de ascenso de la temperatura media  del planeta, y que, a ser posible y si somos capaces, deberíamos aspirar a no superar el grado y medio de subida.

El Acuerdo pide a cada país que, a partir de 2020, revise cada cinco años sus contribuciones, sin reducir sus objetivos, sino por el contrario, tratando de mejorar. Con objeto de alcanzar el equilibrio de las emisiones, en la segunda mitad del siglo XXI.

Por el bien de todos los inquilinos de este planeta, más bien “okupas” del mismo, ojalá que los políticos responsables del cumplimiento de los acuerdos, tomen las medidas necesarias y suficientes, para que el Sistema Climático de la Tierra no se convierta en una amenaza para la vida.

“Lo verdaderamente esencial en esta COP, como debió serlo, pero no lo fue, en todas las anteriores, no es redactar acuerdos, sino CUMPLIRLOS”

A los humanos que para el año 2100 nos sucedan en la ocupación de la Tierra, les deseamos que disfruten de los resultados obtenidos; pero, por si algo sale mal y han de padecer los errores que se cometan, está claro que… ¡Siempre les quedará París!

Adolfo Marroquín Santoña

 

Noticias y comentarios sobre temas científicos

Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


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