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Adolfo Marroquín

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Intercambio solar entre África y Europa

 

El Sol proporciona una energía 7000 veces mayor que la demanda energética global de todo el planeta Tierra, y en el caso concreto de la irradiación solar, que cae inmisericorde sobre el desierto africano, permitiría, una vez transformada en electricidad, sustituir las contaminantes centrales eléctricas europeas, alimentadas por carbón, o por combustibles fósiles en general, e incluso podría llegar a desplazar también  a las actuales centrales nucleares, basadas en la energía nuclear de fisión, con todos sus problemas de riesgos potenciales y reales de sus residuos.

Hasta que, dentro de… ¿varios decenios?, los nuevos reactores nucleares de fusión alcancen la fase comercial y puedan suministrarnos energía limpia de calidad y en cantidadcasi ilimitada, Europa podría abastecerse de un depósito que cada día recibe y no aprovecha, cantidades ingentes de energía, y que está ahí mismo al sur del Mediterráneo. Para la soleada África esto supondría una gran oportunidad, puesto que África, a menudo es noticia por la falta de alimentos, educación y bienestar, pero hay algo de lo que África tiene de sobra: SOL.

Y recordemos que el Sol es el origen de casi todas las energías, evidentemente lo es de las renovables, como la solar térmica y la fotovoltaica, pero también de la eólica, puesto que el viento es consecuencia del calentamiento solar, de la biomasa, cuya materia prima nace y se desarrolla gracias a la energía solar, de la energía de las olas, de la de las mareas, etc., todas ellas con origen en el Sol.

 De hecho el Sol está también en el origen de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas, etc.), e incluso es el modelo en que se basa la futura energía de fusión, que podría resolver el problema del suministro de la creciente demanda. No olvidemos que el Sol es precisamente un reactor nuclear de fusión por confinamiento gravitatorio.

Esa formidable máquina energética que es el Sol emite radialmente hacia el espacio la barbaridad de 396 000 000 000 000 000 000 000 kilovatios por segundo. De esa cantidad  la Tierra recibe apenas “media milmillonésima parte”, es decir el 0,0000000005 %, lo que por otra parte supone la nada despreciable cifra de 1367 W/m2 (vatios por cada metro cuadrado) sobre el “disco receptor” que presenta nuestro planeta.

 

La imagen satelital, a la derecha de la figura superior, nos lleva a plantearnos algunas cuestiones; por una parte la avidez de Europa, brillando en la noche, por consumir más y más energía, sin disponer de fuentes energéticas propias que permitan garantizar ese ritmo de consumo, y por otra parte que el norte de África, sin brillo y sin consumo, es sin duda el mayor y mejor colector solar a gran escala que puede encontrarse en nuestro paneta. Por tanto, parece lógica la pregunta ¿sería posible resolver el problema energético de Europa y arrojar luz al mismo tiempo sobre la oscuridad energética que padece África, como queda patente en la imagen del satélite?

Más aún, dado que las carencias de los pobladores de la franja desértica del norte africano, no son sólo energéticas, que también, sino además de muchos otros órdenes ¿no sería beneficioso para ambas partes, Europa y África, utilizar como “granjas energéticas solares” las superficies necesarias para abastecer a ambos continentes, instalando las grandes superficies de captación y transformación en áreas que no tuvieran otra posible utilidad, ni económica ni social?

Y, puestos a hacernos preguntas ¿no podría contribuir esta idea a resolver, o al menos ayudar en lo posible, en el problema de la emigración hacia Europa de los miles de desplazados subsaharianos? Parece evidente que, esa producción masiva de electricidad podría resolver también grandes problemas en África, donde más de 500 millones de personas no disponen de suministro continuo de energía eléctrica, lo que dificulta su desarrollo social y económico. Hoy día allí los costes de producción son más elevados que en otros lugares, lo cual penaliza la competitividad de los países africanos en el mercado mundial.

Una energía solar abundante y económica podría y debería posibilitar, una clara mejoría en las condiciones de vida de los países receptores de las instalaciones, de los centros de transformación y de las vías de salida de los paquetes energéticos hacia Europa, y con ello naturalmente el conseguir mejores servicios sanitarios, comunicaciones, información y educación, y un largo etcétera, para África.

Por otra parte, en la actualidad el consumo per cápita en Europa es sin duda bastante superior al de África, pero se prevé que el crecimiento de la población de los países en desarrollo será  bastante mayor que el de los países desarrollados, lo que, junto con la absolutamente legítima aspiración de aquellos en alcanzar las cotas de bienestar de estos, dará como consecuencia una clara tendencia conjunta al aumento de la demanda energética.

 

Pero además, a las consideraciones anteriores hay que añadirle el nada despreciable problema del cambio climático global, con su indudable correlación con la generación y el consumo de energía procedente de fuentes no renovables. También hay que tener en cuenta que, en la figura anterior, la IEA (Agencia Internacional de la Energía, de sus siglas en inglés) señalaba que el gran aporte energético, no contaminante y verdaderamente alternativo, a partir del 2050 sería la Fusión, refiriéndose a la energía nuclear de fusión.

Sin embargo, me permito dudar de que para ese año estén ya instalados y en operación comercial los suficientes reactores de fusión, como para suministrar aproximadamente un tercio de la energía mundial demandada a final del siglo. De forma que la fusión que aparece en la figura debería ser la proveniente de la fusión interior del Sol.

Pero la idea de instalar enormes granjas solares en suelo africano requiere echar números para determinar la superficie requerida. Debido a la fuerte irradiación solar existente en muchos países africanos, ese continente ofrece condiciones especialmente favorables a la captación de energía solar, de forma que la instalación de centrales solares que cubrieran “tan sólo” el 2% de la superficie del Sáhara podría satisfacer por completo, no sólo las necesidades de Europa, sino incluso la demanda mundial.

 

Los cuadrados azules que se han dibujado en la figura, serían, de izquierda a derecha, las áreas en las que la energía solar incidente sería suficiente para cubrir las necesidades del mundo, de Europa, de Alemania y de toda África respectivamente. Y a la hora de establecer la superficie de terreno realmente necesaria, teniendo en cuenta el rendimiento, en la transformación de la energía solar en energía, bien energía eléctrica, o bien algún vector energético del tipo hidrógeno, que permita el transporte hasta Europa, la superficie realmente necesaria sería tres o cuatro veces mayor que el correspondiente cuadro azul de la figura.

En mi opinión, esta idea que ha sido planteada hace años y estudiada por diversos organismos multinacionales, es algo que merecería la pena materializar, aunque no fuera al completo en una sola fase, sino en varias etapas, puesto que los beneficios de todo tipo, para todas las partes, superarían con mucho los inconvenientes.

Adolfo Marroquín Santoña

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Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


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