A medida que vaya avanzando en este artículo, mucho me temo que irá tomando tintes escatológicos; pero será inevitable, dado que se trata de analizar a las palomas, no a las que circulan libre y alegremente por los campos, sino a las urbanas, o sea aquellas que circulan sobre nuestras inocentes cabezas, así como sobre nuestros bienes y haciendas, del tipo coches, toldos, tejados, terrazas, ventanas, etc., comportándose como ratas voladoras, con esfínter libre.
Vaya por delante mi inclinación a defender a la naturaleza, en todos, bueno en “casi todos”, los aspectos de su desarrollo y evolución. Sin embargo, en mi opinión, las palomas y el hábitat que están haciendo suyo, a costa de nuestra salud física y mental, es uno de los errores que se deberían analizar y atajar. Para empezar, puesto que hablamos de palomas, y tratamos de protegernos de sus deposiciones, podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿de qué color son sus excrementos?
Pues la respuesta es que son de una gran variedad, si fuéramos malpensados, que no es el caso, pensaríamos que el color del excremento depende del color del objeto sobre el que va a depositarse. Y no es que esos adorables animalitos puedan elegir el color adrede, para conseguir molestarnos más y mejor, pero lo cierto es que el resultado parece ser casi blanco cuando se deposita sobre algo negro u oscuro, mientras que se presenta como multicolor al caer sobre lo que ya tenga color y finalmente, su aspecto es oscuro, casi negro, sobre el impecable blanco de nuestras camisas, las llevemos puestas o estén en un tendedero. Es decir, en todos los casos, lo más molesto posible.
En la actualidad, es frecuente encontrar en las ciudades grandes aglomeraciones de estas aves en plazas, jardines y parques, por lo que conviene tener en cuenta, aparte de los desagradables contrastes de color que hemos mencionado, el hecho de que entrar en contacto directo con estas palomas y sus deposiciones, entraña un riesgo porque entre sus plumas pueden transportar una gran cantidad de parásitos, e incluso sus picotazos pueden causarnos irritaciones o reacciones alérgicas.
Hoy día las palomas se han convertido en un verdadero problema en muchas ciudades, ya que son una plaga urbana que alcanza cualquier rincón, puesto que las ciudades son paraísos para ellas, tienen tejados, azoteas, balcones y repisas donde poder posarse, campan a sus anchas por nuestros parques y jardines, y lo que es peor por nuestros monumentos, obtienen comida a partir de nuestros residuos y para colmo, hemos eliminado prácticamente a todos sus depredadores. En fin, que no encuentran nada ni nadie que las frene.
La Agencia Efe ha creado, no hace mucho, Efesalud, una plataforma digital, dedicada a completar la información sobre salud, plataforma que tiene como objetivo aportar a la sociedad una información interesante, útil, actual, fiable y transparente, sobre el tema, como se decía en su presentación por parte de la Agencia creadora. Pues bien, entre sus publicaciones encontramos una titulada “Palomas urbanas, un potencial riesgo para la salud”, en la que, entre otras cosas, se dice que la imagen idílica de unas cuantas palomas revoloteando en una plaza pública ha pasado a ser un simple recuerdo, puesto que estamos literalmente invadidos por estas aves que se multiplican con rapidez ocupando y dañando el mobiliario urbano, y convirtiéndose en un riesgo no ya potencial, sino real.
Ciertamente, las enfermedades infecciosas que las palomas pueden transmitir a los humanos no son muchas, ni el hecho de esa transmisión es algo muy común, ya que es necesario un contacto directo con el ave o más bien con sus excrementos, como vías de transmisión. Pero eso no significa que estos animales no puedan transmitir enfermedades mediante agentes infecciosos como virus, hongos y bacterias que causan alergias y dolencias respiratorias.
De momento, las palomas se han aclimatado perfectamente al hábitat urbano donde instalan sus nidos en cualquier tejado o recoveco de los edificios. Estas aves se pueden reproducir varias veces entre los meses de marzo y agosto y suelen tener uno o dos pichones cada vez. Por eso la sobrepoblación de palomas se han convertido en un problema para muchos ayuntamientos, que ponen en marcha programas de control.
En la publicación de Efesalud, que antes citaba, se señalan como posibles patologías más comunes, a causa de los excrementos de palomas, la clamidiosis, la salmonelosis, la alveolitis alérgica y la criptococosis; por lo que, desde esa plataforma recomiendan tomar algunas medidas para controlar la sobrepoblación de estas aves.
Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid, existen medidas para lograr una cohabitación sin riesgo y con respeto para el medioambiente. El personal veterinario del departamento responsable de plagas en el ayuntamiento madrileño, considera que si en Madrid no existe en la actualidad una invasión de palomas, es precisamente gracias a las acciones puestas en marcha, que no contemplan el exterminio pero sí la captura (más de 3.000 palomas al año sobre una población estimada de 70.000) y su posterior traslado a palomares enclavados en el medio rural. Según los expertos, el problema radica fundamentalmente en la paloma bravía, la más común en los palomares, que con frecuencia anida en los tejados de nuestros edificios, frente a las otras especies que han llegado a las ciudades, la torcaz y la tórtola, que lo hacen en los árboles.
En otras localidades, dependientes de distintos ayuntamientos, se han puesto también en marcha campañas a este respecto. Por ejemplo, en el Servicio de Control de Plagas, en Murcia, se aconseja la utilización de métodos ahuyentadores para resolver los problemas con palomas y otras aves consideradas como dañinas, clasificándolos según el fundamento en que se basan.
Ahuyentadores sonoros: suelen emitir el sonido que producen algunas aves, depredadoras de la plaga a tratar. Las palomas huyen al oír el grito de la rapaz. Ahuyentadores visuales: siguen el mismo método de los anteriores, simulando siluetas humanas o de depredadores. Ahuyentadores electrónicos: este sistema se basa en un emisor de ondas electromagnéticas, según su principio al oír las palomas estas ondas, las hace huir. Redes anti-palomas: evitan que las palomas puedan entrar en las cubiertas o huecos de las construcciones, con lo que se evita que creen nidos. Es el sistema más popular entre las empresas de control de plagas.
Pinchos anti-posado: se coloca una franja de pinchos en las repisas y salientes de las fachadas y tejados para evitar que las palomas se posen, siendo el segundo sistema más utilizado, tras el de la red.
Por su parte, la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), editó la publicación “La significación para la salud pública de las plagas urbanas, 2008”, de la que presentamos el siguiente extracto:
La monitorización de las enfermedades asociadas con las aves en áreas urbanas es un primer paso esencial para controlar estas enfermedades. Aunque la mayoría no son frecuentes, es necesaria la vigilancia puesto que su incidencia podría estar infra-diagnosticada y muchos casos podrían no ser reportados.
La mayoría de los problemas sanitarios causados por las aves silvestres están asociados con las palomas bravías de las ciudades. La extensión y significación del peligro varía enormemente según las condiciones de cada localidad. Parece aconsejable determinar primero si una enfermedad humana transmitida por las aves tiene lugar en un entorno urbano en particular, y si es así, con qué frecuencia.
Una frase popular asegura “No se pueden poner puertas al campo”, pero el campo está lleno de vallas y puertas. Y, en todo caso “Sí se puede, y se debe, poner puertas a nuestra salud”, por lo que, sin querer entrar en conflicto con los colombófilos, que por definición son aquellas personas que se dedican a la cría y adiestramiento de palomas mensajeras que son aquellas capaces de volver a su palomar, muchos de nosotros agradeceríamos… que volvieran a él enseguida, a ser posible antes de salir, y sin defecar sobre los derechos y propiedades de los demás ciudadanos.