El calentamiento global nos costará caro
En el contexto de un año récord en cuanto a impactos del cambio climático, como las olas de calor y las sequías en todo el mundo, el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) de la ONU, comenzó las discusiones acerca del pretendido límite del calentamiento global en 1,5 grados centígrados.
El Acuerdo de París, firmado en 2015, es el documento de referencia sobre limitaciones para frenar la marcha del cambio climático, y tiene como objetivo mantener el aumento de las temperaturas medias globales por debajo de 2 ºC, intentando limitarlo a 1,5 ºC, para evitar futuros graves impactos en todo el mundo.
Para la elaboración de su último informe, el IPCC ha evaluado los hallazgos científicos más actualizados sobre el daño que causará un calentamiento de 1,5 ° C, comparándolo con el daño que causaría un potencial calentamiento de 2 ºC. Y partiendo de que los impactos actuales del cambio climático, que se pueden observar ya en la actualidad, son el resultado de un aumento de la temperatura promedio mundial de apenas 1 ºC.
En el citado informe del IPCC, se advierte de las consecuencias de no cumplir con las recomendaciones emitidas en las últimas Cumbres del Clima, y en concreto con el reciente Acuerdo de París. Según ese informe el cambio climático nos costará 47.600 M€ (millones de euros) si la temperatura del planeta aumenta 1,5 ºC, llegando a 60.000 M€, si aumentara hasta los 2 ºC.
Lo cierto es que para limitar el calentamiento global se necesitarían cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos, y sin duda es necesario conseguir esos cambios, porque el calentamiento global inducido por el hombre, desde 1850, fecha en la que se fija la revolución industrial y el comienzo del ascenso de las temperaturas planetarias, está ya alcanzando 1ºC, y está aumentando a un ritmo de 0,2 ºC por década, debido a las emisiones de los conocidos GEI (Gases de Efecto Invernadero).
Como fenómeno natural, el efecto invernadero resulta de la absorción y reflexión por ciertos gases de la atmósfera de parte de la radiación infrarroja reenviada al espacio por la Tierra, que retiene de esa forma el calor. El planeta ha mantenido durante miles de años un nivel estable de esos gases, lo que ha permitido la vida como la conocemos.
Pero el problema es que este fenómeno está acentuándose por la liberación en la atmósfera de gases resultantes de actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y algunas actividades agrícolas. Aparte del propio vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efecto invernadero de origen humano (76% de las emisiones); otros son el metano (16%), el óxido de nitrógeno (6%) y algunos gases con fluor (2%). Cada gas tiene una capacidad diferente para retener el calor.
A este ritmo de crecimiento, de 0,2 ºC por década, resulta que, a lo largo del presente siglo, se superarán los 2 ºC que se pretendían evitar en el Acuerdo de París. Los efectos ya se están viendo, con los fenómenos meteorológicos adversos, cada vez más frecuentes y violentos, en todos los continentes del planeta; pero además, el último informe del IPCC advierte que la diferencia entre “sólo” 1,5 ºC, o llegar a los 2 ºC, tendrá gran importancia, en el sentido de ponernos las cosas más difíciles.
Por ejemplo, la enorme anomalía climática que supondría que en el Ártico desapareciera la mayor parte del hielo en verano, sucedería una vez por siglo, si el calentamiento global es de 1,5 ºC, mientras que, de alcanzarse los 2 ºC, esto sucedería una vez por decenio. Al mismo tiempo, los arrecifes de coral disminuirían entre un 70 % y un 90 %, con la subida de 1,5 ºC, llegando prácticamente a desaparecer todos ellos, si se llega a los 2 ºC.
En el escenario más adverso, es decir el aumento de 2 ºC, el informe del IPCC prevé una rápida evacuación de personas en las zonas de los trópicos; resultando que en algunas partes del mundo, las fronteras nacionales resultarán inútiles, puesto que no será posible contener las migraciones de millones de personas, por muchos muros que se intenten construir.
Los informes de los expertos apuntan a que, por el contrario, los Gobiernos tienen que actuar para reducir las emisiones de GEI, y tienen que ir más allá de las medidas adoptadas en el Acuerdo de París, ya que estás no serán suficientes para evitar los 2 ºC de calentamiento. En concreto, se señala que para limitar el calentamiento globa, se necesitarían transiciones rápidas y de gran alcance en la utilización del suelo, la energía, la industria, la edificación, el transporte y el urbanismo.
En suma, sería necesario que las emisiones netas globales de dióxido de carbono de origen humano disminuyeran en 2030 alrededor de un 45 % respecto de los niveles de 2010, y siguieran disminuyendo hasta conseguir emisiones cero aproximadamente en 2050.
Una de las acciones en las que más énfasis ponen los expertos del IPCC es en un impuesto a las emisiones de CO2 (dióxido de carbono). Asegurando que poner un precio al carbón es vital para promover la mitigación, estimando además que para ser efectivo, el precio tendría que ir aumentando con los años, y pasar de situarse entre los 135 y los 5.500 dólares por tonelada de CO2 en 2030, y de entre 690 y 27.000 por tonelada para el año 2100.