Empezando por afirmar que existen casi tantas definiciones de clima como climatólogos, no quiero plantear ¿qué es el clima? o ¿cómo podemos definirlo?, puesto que del clima puede decirse perfectamente lo que San Agustín decía del tiempo cronológico… ¡Si nadie me lo pregunta, lo sé!, pero si me lo preguntan… no sé qué contestar.
En la idea de conocimiento del clima queremos incluir tanto la comprensión de nuestra propia influencia en el clima, como la influencia del clima en nosotros, de forma que nos lleve más allá de la información necesaria para ejercer el papel de climatólogos de ascensor, dicho sea con todo el respeto para los que practican esa actividad con entusiasmo.
De una persona con conocimiento sobre el clima, podríamos decir que:
.- Entiende los principios esenciales del sistema climático de la Tierra.
.- Conoce cómo evaluar la información científica que le llega, acerca del clima.
.- Traslada sus conocimientos acerca del clima y el cambio climático de manera clara.
.- Es capaz de tomar, si es de su competencia, decisiones informadas y responsables con respecto a las acciones que podrían afectar al clima, en el futuro.
Repasemos algunos aspectos importantes sobre el clima y sus cambios:
.- Durante el siglo XX, la temperatura promedio global de la Tierra subió aproximadamente 0,6 °C. Aunque el incremento puede parecer pequeño, representa una tasa de cambio extraordinariamente rápida si la comparamos con los miles de años anteriores.
.- En el siglo XXI, los científicos esperan que la temperatura del planeta continúe aumentando, siendo prácticamente seguro que el calentamiento será más del doble que en el siglo anterior. Dos resultados de ello serán el aumento global del nivel del mar y el incremento de la frecuencia e intensidad de olas de calor, sequías e inundaciones.
.- Los resultados de las observaciones científicas y de los modelos climáticos indican que las actividades humanas son la causa principal de la mayor parte del aumento actual en la temperatura global del planeta.
Durante milenios, el clima ha variado, reflejando las complejas interacciones del sistema climático de la Tierra. Durante al menos el último millón de años, nuestro mundo ha experimentado ciclos de calentamiento y enfriamiento con una duración aproximada de 100.000 años en cada ciclo, durante los cuales las temperaturas globales han bajado y subido del orden de 5 °C, respecto a su valor medio, conduciendo así sucesivamente a la Tierra a glaciaciones y calentamientos alternantes.
Se cree que esos ciclos anteriores han estado asociados, en parte, a los cambios regulares en la órbita de la Tierra, lo que altera la energía solar que el planeta recibe. El clima también ha sido influenciado durante un largo período de tiempo por cambios en la circulación del océano resultantes del movimiento de las placas tectónicas, y otras veces por eventos repentinos tales como las erupciones volcánicas masivas.
Mientras el clima global ha permanecido relativamente estable, lo que ha ocurrido durante los últimos 10.000 años, prácticamente la duración de la civilización humana, las variaciones regionales en el clima han influido en la historia de la humanidad. Ahora sabemos que lo contrario también es cierto; es decir, las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles y la deforestación de grandes áreas de tierra, han tenido una gran influencia sobre nuestro clima.
La ciencia se basa en un proceso continuo de hacer observaciones y utilizar evidencias para probar una hipótesis. Al desarrollarse nuevas ideas y obtener nuevos datos, muchas veces obtenidos por las nuevas tecnologías de observación, como la teledetección, nuestra comprensión sobre el clima también ha evolucionado. Hoy día, la mayoría de los artículos científicos publicados por expertos en el cambio climático global, reconocen que las actividades humanas han sido, y siguen siendo, factores contribuyentes.
Las corrientes procedentes del deshielo de los glaciares, desde los relativamente pequeños, hasta las enormes masas de hielo, como la propia Antártida o las capas polares de Groenlandia, fluyen hacia los océanos, ayudando con ello a suavizar la subida de la temperatura de los mismos, y del propio planeta en su conjunto. Pero esta fusión de hielo no es suficiente para frenar el creciente efecto invernadero a que está sometida la Tierra, de forma que la temperatura atmosférica sigue aumentado, a un ritmo tal que será difícil que el calentamiento global a lo largo del siglo en curso no supere los 1,5 ºC que se establecieron como límite, en el conocido como Acuerdo de París, celebrado en diciembre del 2015, con los riesgos asociados a superación de esa subida.
La radiación solar que llega a la Tierra calienta el suelo, el océano, y la atmósfera. Una parte de esa radiación es reflejada y devuelta al espacio por la superficie, las nubes o el hielo, pero mucha de la energía solar que alcanza la Tierra es absorbida y no reemitida, calentando todo el planeta. Cuando la Tierra emite la misma cantidad de energía que absorbe, su presupuesto energético está en equilibrio, y su temperatura promedio permanece estable. Pero, un incremento o disminución significativa en la salida de energía solar causaría que la Tierra se caliente o enfríe. Las mediciones tomadas por satélites en los últimos 30 años muestran que la salida de la energía solar está cambiando, en el sentido de que entra más energía de la que sale; con lo que el calentamiento global está servido.
Cubriendo el 70% de la superficie de la Tierra, el océano ejerce un gran control en el clima al dominar los ciclos energéticos y acuáticos de la Tierra. Además, tiene la capacidad de absorber grandes cantidades de energía solar. El calor y vapor de agua son redistribuidos globalmente a través de las circulaciones atmosférica y oceánica, debidas a las variaciones de su densidad, por el calentamiento. Cambios en la circulación del océano causado por movimientos tectónicos o grandes descargas de agua fría producto de la fusión de los hielos polares pueden producir cambios abruptos y significativos en el clima, tanto de manera local, como global.
De nosotros va a depender, en gran manera, el que el planeta continúe funcionando en base a un calentamiento natural, variable pero natural, es decir no forzado, o en base a un calentamiento amplificado, es decir forzado. Y sabemos que es altamente probable que las consecuencias de este forzamiento serán poco deseables, no ya para el planeta, sino para la vida sobre el mismo.