El Sol crea y mantiene la vida sobre la Tierra; contribuyendo a que el planeta tenga la temperatura adecuada para que podamos vivir en él, y naturalmente también crea y mantiene el clima; de hecho la palabra clima, procede del griego (Klima) y significa inclinación, refiriéndose a la inclinación con la que inciden los rayos del Sol sobre la superficie de la Tierra.
Sabemos que durante cientos de miles de años los cambios en la órbita de nuestro planeta alrededor del Sol son responsables del comienzo y fin de las glaciaciones. Pero el calentamiento que hemos sufrido en las últimas décadas ha sido demasiado rápido como para pensar que las causas puedan ser los cambios en la órbita de la Tierra, y demasiado grande para ser causado por los cambios en la propia actividad solar.
La intensidad de la radiación que el Sol emite continuamente no es constante, pero sus variaciones son cíclicas y relativamente pequeñas, tardando 11 años en completar un ciclo, durante el cual el Sol sufre varios cambios en su actividad, e incluso en su aspecto. Aunque poco, los niveles de radiación solar aumentan o disminuyen, al igual que la cantidad de materia que el Sol expulsa al espacio, así como el número y tamaño de las manchas de su superficie y de sus erupciones.
Según informa la NASA, el ciclo solar actual comenzó el 4 de enero de 2008, y parece dirigirse hacia el nivel más bajo de actividad de las manchas solares desde que comenzaron los registros, en 1750, estando previsto que este ciclo termine en 2020. Pero lo cierto es que las variaciones en la actividad solar juegan un papel muy pequeño en el clima de la Tierra.
El calentamiento como consecuencia del aumento de los niveles de los GEI (Gases de Efecto Invernadero) producidos por el hombre es en realidad mucho mayor que cualquier efecto debido a las recientes variaciones en la actividad solar.
Durante más de medio siglo, los satélites han observado y medido la energía generada por el Sol, que ha variado solo en un 0,01 por ciento durante ese período. Desde 1750, el calentamiento provocado por los GEI procedentes del consumo de combustibles fósiles por el hombre ha sido más de 50 veces mayor que él debido a las variaciones en la energía emitida por el Sol.
En la figura siguiente se comparan las variaciones desde 1880, por una parte de la temperatura media de la superficie de la Tierra (línea roja) y por otra la energía del Sol recibida (línea amarilla) desde aquella fecha. En el caso de las variaciones de temperatura, las líneas rojas más delgadas muestran los niveles anuales, mientras que la más gruesa muestra las tendencias promedio a intervalos de 11 años, que es la duración de los ciclos solares.
En cuanto a las medidas de irradiancia (cantidad de energía solar, por unidad de superficie, recibida por la Tierra) las líneas amarillas más delgadas han seguido el ciclo natural de 11 años del Sol, con un ligero aumento hasta la década del 1950, acompañado de un ligero ascenso también de las temperaturas terrestres. Mientras que, a partir de 1960 la temperatura global ha aumentado notablemente, pese a que no lo hecho la energía procedente del Sol, que incluso ha disminuido ligeramente. (Fuente: NASA / JPL-Caltech)
Resulta por tanto altamente improbable, por no decir imposible, que el Sol haya causado el aumento de la temperatura global del planeta durante el último medio siglo. Y dado que las variaciones de la energía solar en el futuro, al menos durante algunos millones de años, no variará en más de un 0,01%, parece que nuestro Astro Rey no tendrá ninguna culpa de nuestros desmanes climáticos.
Si quieren ver a los culpables del actual calentamiento global y del posterior cambio climático, aprovechen cualquier sitio con espejo y miren… allí están.