El litio, dado su creciente potencial como recurso, ha sido denominado a veces el petróleo del futuro. En una breve presentación de este material, podemos decir que se trata de un elemento metálico, alcalino, de símbolo Li y número atómico 3, poco denso (la mitad del agua), y distribuido con gran irregularidad por la corteza terrestre, donde se encuentra disperso en rocas, que son escasas en muchas áreas del planeta, pero presentes en grandes cantidades en otros países como Argentina, Bolivia, Chile, China o Estados Unidos.
El litio es un metal cada vez más valorado, siendo utilizado en la fabricación de aleaciones especiales y con creciente presencia en fabricación de acumuladores eléctricos, como las baterías de los modernos vehículos eléctricos, pero con aplicaciones en áreas muy diferentes, como en la industria farmacéutica, en la que algunas de las sales de litio se usan por ejemplo como antidepresivos.
El Diario HOY de Extremadura decía, hace unos días, que en esta Región, hay localidades como Cañaveral, Portezuelo, Casas de Millán, Holguera, Torrejoncillo y Pedroso de Acim, que son los seis términos municipales que ocuparía la futura mina de litio que ahora ha iniciado las catas en el primero de los términos municipales para determinar el posible volumen de mineral. Un litio que ya se encontraba en la mina de estaño de Pedroso aunque entonces no tenía tanta notoriedad como en la actualidad, en que es considerado un recurso estratégico y muy deseado.
Ciertamente las potenciales aplicaciones de ese recurso, han sido puestas de manifiesto desde hace algunas décadas, pero sobre todo recientemente, ya que los investigadores John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham y Akira Yoshino han sido galardonados con el Premio Nobel de Química 2019, precisamente por el desarrollo de baterías de iones de litio. Estas baterías ligeras, recargables y potentes se usan en la actualidad en múltiples aplicaciones, desde los teléfonos móviles hasta los ordenadores portátiles y los coches eléctricos.
El Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), agencia pública de ámbito estatal especializada en información sobre ciencia, tecnología e innovación, informaba recientemente de que las baterías recargables de iones de litio han revolucionado nuestras vidas. En la actualidad, se utilizan a escala mundial para alimentar los dispositivos electrónicos portátiles que utilizamos para comunicarnos, trabajar, estudiar, escuchar música y buscar información. También han permitido el desarrollo de automóviles eléctricos de larga autonomía, y el almacenamiento de energía procedente de fuentes renovables, como la solar o la eólica.
Aunque la fabricación de estas baterías puede producir un cierto impacto en el entorno en que tiene lugar, lo cierto es que ese impacto queda ampliamente compensado por las enormes ventajas medioambientales que proporciona, permitiendo el desarrollo de tecnologías de energía más limpias y contribuyendo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando a aliviar el creciente cambio climático, y sentando las bases de una sociedad inalámbrica, libre de combustibles fósiles, lo que se traduciría en un gran beneficio para la humanidad.
Y hablando de beneficios para la humanidad, cabe también citar aquí el campo de las aplicaciones médicas del litio, donde se utiliza para tratar y prevenir los episodios de anomalías emocionales, en particular para personas con trastorno bipolar, lo que repercute en el estado de ánimo, con alteraciones bruscas sin que medie necesariamente ningún problema personal, laboral, familiar o social. Los períodos de sentirse triste o deprimido pueden alternar con períodos de sentirse muy feliz y activo o malhumorado e irritable.
Las personas que padecen trastorno bipolar sufren un mal funcionamiento de la parte del cerebro que está compuesto por multitud de estructuras interconectadas entre sí, lo que hace que sea complejo determinar con precisión sus componentes y el trabajo concreto de cada una de ellas. No obstante, recientes estudios realizados en Suecia y publicados en la revista JAMA Psychiatry, concluyen que las personas con trastorno bipolar que realizan tratamientos con litio son las que presentan un menor riesgo de reingreso hospitalario.
Deberíamos por tanto estar agradecidos al litio, que entre sus muchas virtudes presenta la de ayudarnos a resolver la acumulación de energía, ayudarnos a aliviar los procesos contaminantes que han llevado al cambio climático, y que además nos ayuda a recuperar la estabilidad del ánimo.