Acabo de descubrir en internet un movimiento que, aparte de gracioso, me ha parecido muy interesante. Un movimiento que surgió en Australia en el año 2003, donde un grupo de amigos, que debían de estar muy aburridos, decidió dejarse crecer el bigote durante el mes de noviembre. De ahí el nombre de “movember”, abreviatura de las palabras moustache (bigote) y november.
on los años ha evolucionado, y hoy en día se ha convertido en un movimiento global para concienciar a la población masculina del problema del cáncer de próstata y testicular en general (un problema de pelotas, lo vean como lo vean). Se trata de recoger donativos para el estudio y prevención de esta enfermedad que afecta a un 50 por ciento de los varones mayores de 60 años y el 80 por ciento de los octogenarios, y que supone el segundo tipo de cáncer más común en los hombres.
¿Cómo funciona? Todas las personas, hombres y mujeres, interesados en colaborar de una u otra manera (no necesariamente hay que dejarse el bigote, es más, alguna incluso debería de afeitárselo) hay que darse de alta en www.movember.es y hacer una aportación económica a título particular o empresarial. Los Mo Bros, que así se denominan los seguidores de este movimiento, comienzan el mes de noviembre totalmente afeitados y durante este mes se dedican a cuidar y recortar sus bigotes, siendo éstos (los bigotes) la mejor promoción del movimiento bigotudo tan en boga en aquellos fatídicos años 80.
Destacan entre ellos los equipos de rugby, incluidos muchos españoles, que de forma solidaria y muy varonil, se acogen durante este mes a la iniciativa. Las Mo Sistas también ayudan en la recaudación y su participación es muy importante convenciendo a sus novios, maridos, hijos…a dejarse bigote esos días.
Durante el año 2011 se registraron en todo el mundo 855.000 personas y la recaudación llegó a los 100 millones de euros que se destinaron a distintas fundaciones dedicadas al estudio de este problema, entre ellas, la más conocida, la Livestrong Foundation y el Plan de Acción Mundial, que financia a los 150 mejores investigadores del mundo en esta especialidad.
Hay que recordar que esta enfermedad no presenta ningún tipo de síntomas, de ahí la importancia de su prevención. El modo de detectarla no es cómodo, pero es el que hay. Una visita anual al urólogo y un poquito de vaselina. También ayuda un tacto de vez en cuando en salva sea la parte, y con lo tocapelotas que somos a veces, ya teníamos que estar acostumbrados. Se trata, también, de eliminar los tabús existentes alrededor de esta enfermedad y del pudor que sentimos los hombres por hablar de este tema, en contraposición con ellas, mucho más concienciadas y preparadas cuando hablan de lo suyo.
Así pues, vamos todos a tocarnos un poco, que además del gustito que eso da, puede salvarnos la vida o alguna parte importante de nuestra fisonomía (nueve de cada diez amigos míos reconocen que se tocan) y una vez al año, lo dicho, al urólogo, que ellas van cada dos por tres al ginecólogo y no les pasa nada. Venga, ¡con un par!
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