Esta puede ser la historia de un día cualquiera a cualquier hora. Da igual si llueve o luce el sol, si es festivo o laborable. Te pones las zapas y ¡a correr!. Unos minutos de calentamiento, una buena carrera y unos estiramientos. Con eso es suficiente. Fácil, ¿no?.
Parece mentira, los beneficios que un ejercicio tan simple y tan económico nos puede aportar, quizás por eso está tan de moda. Sea cual sea el momento del día siempre vas a ver a alguien dando vueltas a La Isla, cada uno a su ritmo. Esta vez no me voy a meter con los modelones que se pone la gente, que requeriría dos o tres capítulos. Esta vez voy a hablar en serio. Bueno, solo un apunte: NO es obligatorio correr con mallas, ¿queda clarito?
Alberto, a quien ya os he recomendado alguna vez, mi amigo y entrenador personal, “coach” como se dice ahora, me ha dado una serie de pautas a seguir para que el ejercicio, además de placentero, no sea peligroso. Con su permiso, os las paso: Lo primero, una revisión médica. Tenemos que asegurarnos de que somos más o menos aptos para realizar un deporte que requiere un cierto esfuerzo físico.
Lo segundo, y muy importante, hacernos con un pulsómetro. Parece una tontería, pero no lo es. Cada uno de nosotros, dependiendo de una serie de valores, como son la edad y el peso, por ejemplo, podemos realizar ejercicio físico sin correr ningún riesgo, hasta que nuestro corazón alcanza un número determinado de pulsaciones por minuto. En internet encontraréis montones de páginas donde se explica esto y te ayudan a calcular tu esfuerzo cardíaco máximo. No se debe superar el 80 por ciento de ese valor y, para controlar eso, está el pulsómetro. Realmente hay gente que se conoce muy bien y no lo necesita, pero para los principiantes es fundamental tenerlo y hacerle caso.
Un buen calzado es lo siguiente. Tampoco hay que comprarse lo último de lo último, -no estoy pensando en el color que te favorezca o en el diseño de moda- pero es aconsejable que las zapas sean específicas de running. No te harán correr más, pero evitarás lesiones. Por lo demás, un poco de fuerza de voluntad y a sudar.
Lo idóneo es ponerse en manos de un profesional como Alberto. Él os propondrá un plan adaptado a cada persona, controlando el tiempo y las pulsaciones de cada carrera y os ayudará a subir de nivel poco a poco. También podéis poneros en contacto con el grupo que todas las tardes queda en La Isla para correr, os encaminarán y os darán expertos consejos. Seguro que os dejan correr con ellos. Esta mañana uno de ellos, me decía que correr acompañado es mejor. Es bonito experimentar ese compañerismo y esa solidaridad que tanto abunda en el deporte amateur y que tanto se echa en falta en otros ámbitos.
En los últimos años, los aficionados a correr se han multiplicado. La afición crece y crece. Seguramente, que sea algo gratuito ha ayudado. Será lo único que debemos agradecer a la crisis: que ha empujado a un montón de gente ociosa (a su pesar) a realizar algo de deporte, y la gratuidad es un valor en alza. Así ha quedado patente durante la celebración de la ya tradicional San Silvestre Placentina, en la que se han batido los récords de participación con más de 700 corredores de todas las categorías, desde los “chupetines” a los veteranos.
Aparte de los beneficios físicos, que son obvios, nos aporta bienestar mental. Durante la carrera se nos olvidan los problemas diarios y las endorfinas ( la hormona de la felicidad) generadas durante el esfuerzo actúan como una droga, empujándonos a correr más y más y enganchándonos al ejercicio.
Ya sólo tenemos que enfrentarnos al “no puedo”, ir poco a poco y plantearnos una meta aunque sea modesta o nos lleve su tiempo. El próximo día 3 de febrero se celebrará en nuestra Ciudad una media maratón. Ese puede ser un objetivo que todos los que estamos comenzando en esto nos podemos plantear. Mi amigo Abel y yo intentaremos cruzar juntos la meta, ¿os animáis?