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Operación bikini

 

 

¡Ganitas de sol y calor había, joder! Fuera capas de ropa y mejoría del ánimo. Pero también hay daños colaterales: gorduras, flacideces, carnes blancas, etc. y todo a la vista.

Ahora nos enfrentamos al duro trance de la operación biquini, porque ¿quién no se ha puesto a dieta alguna vez? ¿quién no ha tratado de perder algunos kilos por un viaje a Matalascañas en Ferias, donde tratar de lucir palmito ante tanto placentino desplazado allí en las mismas fechas? (que esa es otra, el Ayuntamiento debería pensar desplazar el ferial allí en lugar de a la Vinosilla. Total, puestos a coger el coche… o por lo menos, hacerlo en años alternos, así  contentaría a la mitad del personal cada año).

Todos sabemos lo difícil, casi imposible, que es quitarse de forma natural el flotador o las cartucheras que durante tanto tiempo hemos inflado a base de pequeños excesos, dulces y alcohol (siempre nos queda pasar por quirófano, claro, pero eso ya son palabras mayores). Durante el invierno no nos acordamos del bañador y cuando empieza a calentar el sol nos ponemos de los nervios. Los hay que no, aunque generalmente son los que mas deberían  preocuparse.

No seamos derrotistas, aún estamos a tiempo (estaréis viendo que hoy estoy que lo regalo). Mayo con sus bodas, bautizos y comuniones, ha pasado y lo hemos solventado a base de lechuga una semana antes del evento, braga-fajas o, en el caso masculino, trajes un poco más holgados. Claro, que esto casi nunca da resultado. No hay más que ver cómo iba mucha gente de “pretty” a estas celebraciones (por no hablar de las que se visten de fulanas para ir a una boda o comunión, espinoso asunto que trataré en otra ocasión, que me acaban de poner una inyección y estoy de muy mala leche, y me saldría una crítica muy ácida).

Pero, llegados a este punto me surge una duda: ¿los pies adelgazan? Lo digo porque he visto a muchas féminas “arregladas” para estos eventos a las que le quedaban grandes los zapatos -cosa horrorosa- y tengo dos explicaciones: que sí, que adelgazan o, como dice un amigo, que se  compran los zapatos  con las uñas largas y al cortárselas se les escurren los pies hacia abajo porque se quedan sin garfios para sujetarse.

Los españoles somos muy de dejarlo todo para el último momento, y luego pasa lo que pasa. Para evitar que no te suba la cremallera en el crítico momento o que te explote durante el banquete, debemos empezar antes con el ejercicio y una dieta equilibrada, supervisada siempre por un especialista.  Una hora de ejercicio diario, aparte de beneficioso para la salud y el buen tipo, nos pone de buen humor.

Un consejo, poneos en manos de un buen profesional, por ejemplo mi amigo Alberto, que es entrenador personal, y al que he visto obrar algún que otro  milagro, y sin poner en riesgo nuestra salud, pero claro, todo requiere su tiempo y curre. Pues Alberto me cuenta que le tienen la cabeza loca gente que quiere adelgazar en un mes lo que se han comido y bebido en un año, y él, como digo, es casi milagroso, pero no hasta esos extremos.

Para ayudarnos en este propósito, la ciudad ha aumentado últimamente los metros cuadrados dedicados a la forma física y al wellness con unas valientes iniciativas privadas, y la oferta se ampliará aún más en los próximos meses, dotando a Plasencia de unas instalaciones de fitness y pádel de primer nivel, punteras en Extremadura.

A todo esto hay que sumar unos privilegiados entornos naturales donde practicar cualquier tipo de ejercicio al aire libre siempre más sano y más barato. Así podemos pasear, correr o montar en bici siguiendo el curso del río y bordeando el pantano del Kilómetro 4, o alrededor de nuestro especial Parque de La Isla, envidia de todos nuestros visitantes.

No hay excusas. Nuestra ciudad ofrece infinitas posibilidades. El caso es moverse. Y si a esto lo acompañamos de una alimentación sana (eso no quiere decir que renunciemos al excelente tapeo que nos sirven nuestros hosteleros cuando quedamos con los amigos a tomar unas cañas), seguro que conseguimos nuestro objetivo, y este año podremos pasear por las atestadas playas onubenses, tan del agrado de muchos paisanos o acercarnos al chiringuito tranquilamente, ante la atenta y no siempre bienintencionada mirada de nuestros conocidos. Hacedme caso, un poquito de deporte y mejor alimentación, y así no tendré yo que contar estas cosas, que luego decís que soy malo.

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