Leo horrorizado en los medios de comunicación que a partir del año que viene cambiará nuestro skyline por culpa de unos enormes molinos que nuestros vecinos chinatos nos van a colocar en Santa Bárbara. De acuerdo, es en su parte de la sierra, pero los vamos a sufrir nosotros. Esto tiene nombre: se llama cagar en la puerta del vecino.
Yo debo de ser muy cortito, porque hay cosas que a mí no me entran en la cabeza. ¿Desde cuándo los intereses de una minoría se imponen a los de la mayoría? ¿Tan poca capacidad de influencia tenemos en la Junta de Extremadura los placentinos que no somos capaces de parar esto? Máxime cuando las dos localidades están regidas por el mismo color político, en este caso el azul. Se suele decir que entre bomberos no se pisan las mangueras.
¿No bastaría una llamada de nuestro presidente Monago a Marcelo Barrado, Ilmo. alcalde de Malpartida de Plasencia, para conciliar los intereses de las dos localidades y conseguir que se pusieran los molinos donde no molestaran a más de 40.000 almas? Y no nos vale la excusa de que esto lo tenía que haber dejado solucionado la anterior Corporación. Cuando el proyecto se expuso, ni gobierno ni oposición se dieron por enterados, que ya os vale a todos. Sólamente, y para tratar de salvar la ya desgastada imagen del anterior equipo de gobierno, se hicieron alegaciones al impacto medioambiental del trazado de la red de alta tensión, no a la colocación de los molinos porque ya era demasiado tarde. Fernando Manzano, anterior alcalde de Malpartida nos coló un gol por toda la escuadra, viendo el negocio y aprovechándose de nuestra dejadez, con el inicial apoyo de Vara, pero con la aprobación definitiva del proyecto por parte de Monago.
Hay que mirar hacia adelante, no hacia atrás. Estamos realmente hartos de oír lo de la herencia recibida a todos los niveles y en todos los ámbitos, no sólo en el político. Me cuesta entender que no se pueda rentabilizar el respaldo mayoritario al mismo partido en las tres instancias implicadas para conseguir hermanar todos los intereses en juego. Sí, he empleado ese verbo porque es entre hermanos que tenemos que encontrar una solución.
Estoy totalmente a favor de que cualquier municipio luche por defender lo suyo, por conseguir unos pingües beneficios que, en la época en que estamos, van a venir muy bien. Y que traten de disminuir la lista de desempleados de su localidad, pero sin joder a los vecinos. Ojo, estoy a favor también de los molinos y de las energías limpias, pero donde no molesten. Viajo mucho y he visto muchos parques eólicos y solares pero siempre están en zonas deshabitadas, en medio de ninguna parte la inmensa mayoría de ellos.
Uno de nuestros ingresos es el turismo, y para que nuestros queridos vecinos (y esto no va con segundas) obtengan beneficios, ¿tenemos que dejar de obtenerlos nosotros y, además, renunciar a una futura revisión de nuestra candidatura a Ciudad Patrimonio de la Humanidad? No me parece lógico pero, como he dicho antes, debo de ser muy cortito y más cuando los accionistas de este proyecto no son nuestro vecinos, sino Gas Natural Fenosa, Acenorca, una cooperativa de Monterrubio, la Fundación Maimona (de los Santos de) y una agrupación de regantes.
¿Estamos seguros de que no podemos hacer nada para parar esta barbaridad? Si los tres gobiernos se ponen de acuerdo, seguro que se llega a un entendimiento. Y si no, insto desde aquí a la ciudadanía a manifestarse pública y sonoramente en contra de este proyecto. No sé si hará falta llegar a lo de los mineros de León pero cualquier cosa mejor que estarse quietos.
Señores, cada cual que cague en su prado, sobre todo si queremos que la convivencia siga siendo pacífica. Pónganse los molinos donde decidan, pero no a la vista de los placentinos y sus visitantes. Disfruten de los 700.000 euros de canon más su 4% de los beneficios anuales, y hagan con ellos lo que quieran, pero ¡no nos jodan!