Hasta ahora se había percibido una ‘agresión’ a la democracia desde instituciones englobadas en esa nebulosa denominada como los Mercados, desde donde se dictamina el camino a seguir para reducir la deuda sacrificando el bienestar de los ciudadanos. Esta depauperación progresiva del espíritu democrático donde la ciudadanía solo ve una alternancia de personas mientras que similares proyectos político-económicos se suceden sin apenas matices y con una reiterada pérdida de la calidad de vida en los ciudadanos está provocando una desafección generalizada por un proyecto en continua construcción como es la democracia.
Ahora aparecen nuevos protagonistas que se aprovechan de este alejamiento de las fórmulas de funcionamiento democrático y ponen en duda la legitimidad de las urnas. No solo no admiten las leyes vigentes. También tratan de marcar el calendario electoral según sus intereses. El último empellón de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) es avisar al presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, de que no va a permitir terminar la legislatura si no se hace la consulta independentista. “La ANC tiene una hoja de ruta aprobada por unanimidad en la que no se contempla de ninguna forma que se agote la legislatura hasta 2016 y se convoquen elecciones ese año”, apuntó Forcadell.
El filósofo Claude Lefort definió la democracia como un régimen en el que el poder político es un espacio vacío. Los ciudadanos deciden quién ocupa ese vacío a través de las elecciones. La ANC quiere ocupar ese vació invocando al inexistente derecho a decidir. La legitimidad que se ha impuesto Forcadell para decidir los procesos políticos en Cataluña y ocupar ese espacio es una incógnita . Salvo su eficiencia a la hora de movilizar a un alto número de simpatizantes a favor de la independencia catalana nadie ha elegido a Forcadell para conducir a los catalanes -junto al resto de los españoles- hacia lo que otros miembros de la sociedad civil califican como un desastre.
El dislate de la supuesta hoja de ruta de la ANC les lleva a defender una declaración unilateral de independencia con posterior convocatoria de un referéndum, es decir, imponer una política de hechos consumados para luego refrendarla. Si se declara la independencia, ¿para qué preguntar a los ciudadanos? Otro fraude más.