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Angel L. González

Conversaciones con el futuro

Competencia Digital extremeña.

Hace apenas un par de semanas, el Diario Oficial de Extremadura publicó el porfolio sobre Competencia Digital Docente, un total de 71 páginas que detallan una interesante iniciativa emprendida por la Consejería de Educación de Extremadura.

¿Qué es la competencia digital docente? Pues tal y como se puede leer en la primeras páginas de este porfolio “Entendemos por competencia digital el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información para el trabajo, el ocio y la comunicación, así como la combinación de conocimientos, habilidades, valores y actitudes, que permiten alcanzar determinados objetivos con eficacia en contextos y con herramientas digitales”. En resumen, podríamos entender la competencia digital como el personal camino en el que un docente utiliza las tecnologías de la información (TICs) en su día a día, es decir, como se apoya en las herramientas tecnológicas para alcanzar sus fines pedagógicos.

¿Un docente con alto conocimiento en Tecnología es una persona con alto nivel de competencia digital? En absoluto tiene por qué, “no se trata únicamente de poseer conocimientos informáticos sino que debe englobar también un uso didáctico de los mismos y contemplar elementos actitudinales en lo que tiene que ver con la presencia de las tecnologías en el proceso de aprendizaje y su potencial educativo”. Para tener clara esta idea, es importante incidir en palabras como “uso didáctico”, “camino” o “herramienta” a la hora de hablar de competencia digital. Habitualmente solemos pensar que una persona que sabe mucho sobre Tecnología es una persona muy competente digitalmente, pero ese basto conocimiento no dejará de estar únicamente focalizado en las particularidades de las propias herramientas.
Aunque este comentario pueda resultar chocante, pongamos un ejemplo muy básico: la persona que mejor conozca todas las particularidades de un procesador de textos (como Libre Office o Microsoft Word) no tiene porqué ser la persona que mejor artículos escriba para un periódico, una cosa es la herramienta y otra bien distinta su campo de aplicación. ¡Menuda obviedad! estará seguramente pensado usted, querido lector, pero si nos llevamos este ejemplo a la realidad de un centro educativo, ¿por qué el docente que más sabe de herramientas tecnológicas es al que se presupone más idóneo para encabezar cambios en la metodología pedagógica utilizando las TICs?, una cosa es la Tecnología y otra bien distinta la metodología pedagógica. Conocer en profundidad el funcionamiento interno de una herramienta no implica ser el más adecuado para llegar al éxito utilizando la misma. En Tecnología, a menudo estamos poniendo al arquitecto a hacer de albañil y, aunque sin duda cierto es que algunos arquitectos podrían llegar a ser estupendos albañiles, la gran mayoría no.

¿Qué áreas se contemplan en la competencia digital docente? Atendiendo al porfolio, encontramos que la competencia digital está estructurada en las siguientes áreas:

“1. Información: identificar, localizar, recuperar, almacenar, organizar y analizar la información digital, evaluando su finalidad y relevancia.
2. Comunicación: comunicar en entornos digitales, compartir recursos a través de herramientas en línea, conectar y colaborar con otros a través de herramientas digitales, interactuar y participar en comunidades y redes; conciencia intercultural.
3. Creación de contenido: crear y editar contenidos nuevos (textos, imágenes, videos…), integrar y reelaborar conocimientos y contenidos previos, realizar producciones artísticas, contenidos multimedia y programación informática, saber aplicar los derechos de propiedad intelectual y las licencias de uso.
4. Seguridad: protección personal, protección de datos, protección de la identidad digital, uso de seguridad, uso seguro y sostenible.
5. Resolución de problemas: identificar necesidades y recursos digitales, tomar decisiones a la hora de elegir la herramienta digital apropiada, acorde a la finalidad o necesidad, resolver problemas conceptuales a través de medios digitales, resolver problemas técnicos, uso creativo de la tecnología, actualizar la competencia propia y la de otros.”

Todas estas áreas estarían relacionadas y el equilibrio de conocimiento en las mismas es lo que marcaría el éxito utilizando las TICs, es decir, ese futurible nivel de competencia digital.

¿La competencia digital se puede medir? Todo conocimiento de una materia, sea cual sea, siempre es complicado de medir. Por ejemplo, por muy acostumbrados que estemos a clasificar el conocimiento de una determinada lengua extranjera que pueda tener un individuo, no deja de ser una estructurada interpretación subjetiva de este conocimiento.
Estas clasificaciones surgen de la necesidad, la necesidad de poder reconocer los conocimientos que tiene una persona en dicha materia, de marcar un nivel que apoyará futuros filtros. El objetivo de clasificar niveles de conocimiento es similar al que tiene cualquier sistema de educación reglado: el graduado escolar o un título universitario, no dejan de ser un compendio aglutinado de diferentes competencias.
Con un formato muy similar al aprendizaje de idiomas, el porfolio de la competencia digital extremeña “define 6 niveles, agrupados en 3 bloques:

– Usuario Principiante: A1 y A2.
– Usuario Medio: B1 y B2.
– Usuario Avanzado y Experto: C1 y C2.”

Incluyendo para cada uno de estos niveles, los indicadores que miden la consecución de los mismos.

¿Hasta que punto es importante nuestro nivel en competencia digital? Sin duda esta pregunta abre un amplio debate. Sin ánimo de esquivar la misma, cierto es que podría responderse con otra cuestión: ¿hasta qué punto pueder ser útil la Tecnología para su puesto de trabajo? Enfocándolo en ámbito educativo, por supuesto que un docente no será mejor que otro únicamente por tener un mayor nivel de competencia digital; al igual que tampoco lo sería por tener un mayor nivel de inglés, un título de doctorado o por llevar más tiempo en el puesto. El equilibrio general entre todas sus aptitudes (tanto las potencialmente cuantificables como las que no) será lo que defina a este profesional; y dentro de este conjunto de aptitudes es donde debería haber hueco para la competencia digital.

Como conclusión, y siempre hablando desde mi opinión profesional y personal, considero muy positivo este paso que está dando la Consejería de Educación de Extremadura. En términos educativos, nadie negará que en un mundo donde la Tecnología está transversalmente conexionada con nuestros quehaceres diarios, no tiene sentido que un docente con mayor conocimiento del mismo (y que, por tanto, más podrá aportar utilizando las TICs) no lo tenga de ninguna forma reconocido: un reconocimiento nunca preferencial, sino equilibrado con el resto de sus aptitudes. Esta concepción equilibrada es algo fundamental y está presente en nuestro día a día, Extremadura únicamente ha dado el paso para que una necesaria cualidad profesional pase del cajón de sastre de lo objetivamente no medible, hacia un modelo estructurado, reglado y reconocido. Un paso necesario que simultáneamente se está dando en otras administraciones desde hace años, tanto nacionales, como sobre todo internacionales.

De hecho, la realidad es que no reconocer la competencia digital nos hace caer a menudo en alguna que otra contradicción. Por ejemplo, estamos en época de oposiciones para el profesorado, proceso donde no está valorado el uso tecnológico-pedagógico que un profesional posea, cuando en paralelo sabemos que este futuro docente acabará cayendo en una realidad educativa donde la tecnología está cada vez más presente en las aulas. Yendo a un caso concreto, recientemente una amiga cercana consultó al tribunal de su oposición si podía presentar la obligatoria programación de aula como una dinámica e-Learning en formato digital y, por lo que me cuenta, sólo le faltó ser acusada de brujería al más puro estilo Salem.

A su vez, la utilidad del reconocimiento en competencia digital no se circunscribe únicamente al ámbito educativo. Un caso muy representativo de potencial utilidad sería los currículums vitae, con los de formato Europass como más extendidos actualmente. En los mismos, de un simple golpe de vista podemos saber si este futuro empleado tiene un nivel de inglés acorde a lo buscado, un nivel certificado por diferentes estándares competenciales. Sin embargo, para conocer su versatilidad tecnológica tenemos que conformarnos con una retahíla de corta-pegas (“experto en paquetes office”, “amplio conocimiento en nuevas tecnologías”, “utilizo Google Docs en mi día a día”…) a menudo únicamente avaladas por la buena fe de la persona que las ha copiado y pegado escrito.

En resumen, gracias a reconocer la competencia digital estaremos reduciendo una brecha operativa muy presente en nuestra sociedad, causa habitual de bastantes sinsabores y proyectos inacabados. Estaríamos construyendo un mundo mejor en base a potenciar a ese conjunto de ciudadanos que utilizan la Tecnología para ayudar a las personas y mejorar su entorno; en detrimento de ese otro grupo (a día de hoy mayoritario) que utiliza la Tecnología como amenaza y camino para poder mirar por encima del hombro al futuro usuario. A barba stulti discit tonsor.

Temas

Tecnología y educación

Sobre el autor

Hablar de Ángel L. González es hablar de tecnología y educación, así como del camino que las conecta: E-Learning. Actualmente es Jefe de Proyecto en eScholarium, iniciativa extremeña que busca evolucionar digitalmente los colegios e institutos de la región. En su blog, podemos conocer como afectan las tendencias tecnológicas tanto a la Educación como a nuestro día a día. Haciendo ver todo lo que nos pueden ayudar y enfocando su aplicación desde la sencillez, utilidad y necesidad. Trazando pinceladas pedagógicas para la educación del futuro, basadas en los retos a los que ya se enfrenta el alumno del presente. Aprendiendo a aprender.


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