Mala semana en los parqués. El recrudecimiento del conflicto arancelario entre Estados Unidos y China y la incertidumbre política en Alemania, provocaron fuertes pérdidas en los principales índices mundiales, pérdidas que rondaron el 2% en Nueva York y París y superaron el 3% en Frankfurt, especialmente penalizado -además de por la crisis germana- por la detención del CEO de Audi y la multimillonaria multa al Deutsche Bank por manipular los tipos de cambio.
El Ibex respondió a esta coyuntura mejor que sus homólogos (salvo Londres que cerró en positivo), pero no pudo evitar los números rojos. El selectivo se dejó un 0´60%, cerrando en los 9.792 enteros. El debut de CIE Automotive no pudo ser más desafortunado, haciendo pleno de caídas y retrocediendo un 11´87%, siendo de largo el valor con peor saldo semanal. Mal comportamiento también de Dia y Siemens Gamesa que bajaron un 5´95% y 4´99% respectivamente. La nota positiva vino de la mano de dos de las compañías menos capitalizadas, Merlín (+3´12%) y Técnicas Reunidas (+5´05%).
Mucha volatilidad en los mercados de deuda, oscilando la cotización del bono a diez años entre el 1´22% y el 1´35%. La prima de riesgo, se fue hasta los 103 puntos básicos, descenso que se debió tanto a la caída del “bund” (6 pb) como a la subida del nuestro (7 pb). El Tesoro mantuvo la línea de las últimas subastas y volvió a colocar papel a distintos plazos, haciéndolo esta vez por un importe ligeramente superior a los 5.000 millones. Uno de estos plazos -el vencimiento 2044, es decir a 26 años la emisión- lo hizo ofreciendo una rentabilidad del 2´35%.
Por su parte, el euro marcó mínimos del año en su cambio con el dólar, aunque finalmente terminó repitiendo fixing con el billete verde en las 1´16 unidades. En los de crudo, el barril de Brent recuperó el nivel de los 74 dólares, tras encarecerse un 1´28%.
El BCE lanzó el martes un mensaje tratando de tranquilizar a los inversores sobre posibles cambios en su política monetaria. Mario Draghi insistió en que utilizará una estrategia “gradual” a la hora de subir tipos de interés, atendiendo al fuerte endeudamiento en la zona euro y a las muestras de debilidad que están deparando sus economías más punteras. De nuevo el BCE se desmarca de la línea agresiva de la FED, que endurecerá posiblemente hasta en cuatro ocasiones (ya lo ha hecho en dos) su política monetaria a lo largo de 2018.
Los inversores afrontan la recta final de este ejercicio económico -antes de las vacaciones veraniegas- sumidos en un mar de dudas e incertidumbres, un escenario complicado, difícil de leer. Ni siquiera el fuerte descuento al que cotizan -según la mayoría de las analistas- numerosas compañías en relación con sus precios objetivos, parece reclamo suficiente para un dinero cada día más cauteloso. Ni siquiera eso.