Empezábamos nuestra crónica el domingo anterior diciendo que el panorama económico era un volcán. Pues bien, el volcán parece querer entrar en erupción. El FMI alertó en su último informe sobre el riesgo de una fuerte desaceleración mundial como consecuencia de la guerra comercial entre EEUU y el “resto del mundo” y esto, unido a las fuertes tensiones registradas en los mercados de deuda, desataron una oleada de ventas en todas las bolsas, que empiezan ya a descontar un nuevo escenario con el dinero más caro y sin estímulos monetarios vía compras de bonos por parte de los distintos bancos centrales. Si añadimos la compleja negociación del Brexit y los preocupantes desequilibrios macro de países como Italia o Brasil, el coctel se convierte en explosivo.
El “parte de guerra” es sombrío: las pérdidas superaron el 4% en los principales índices bursátiles e incluso el 5% en Milán. En Madrid, los recortes fueron algo más moderados (el selectivo se dejó un 3´80%) al cotizar al alza algunos de los valores con más peso los resultados en la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas, concretamente BBVA y Telefónica se revalorizaron un 0´02% y un 0´43% respectivamente. Correctivo muy severo para Amadeus (- 9´25%) y Cie (- 11´26%).
Jornadas complicadas en los mercados de deuda. Muchos inversores buscaron refugio en los bonos alemán y estadounidense en detrimento del español y sobretodo del italiano, yéndose el transalpino hasta el 3´57%, 190 p.b. más caro que el nuestro.
Estabilidad en los mercados de divisas y mucha volatilidad en los de crudo. En los primeros el fixing euro/dólar se mantuvo estable en las 1´15 unidades, mientras en los segundos el petróleo Brent frenó en seco su espectacular escalada, retrocediendo hasta los 80 dólares el barril.
El acuerdo presupuestario entre Sánchez e Iglesias no ha dejado indiferente a nadie. Subida del salario mínimo interprofesional a 900€, desde los 735 actuales; permisos de paternidad y maternidad de 16 semanas; aumento de las ayudas a la dependencia; mejora de becas y otras partidas sociales que implicarán un incremento del gasto por encima de los 6.000 millones, incremento que intentarán equilibrar con un aumento de impuestos focalizado en las rentas más altas.
Desgraciadamente la experiencia nos dice que este tipo de políticas conducen inexorablemente a disparar deuda y déficit. Se recauda menos de lo previsto y se gasta más de lo presupuestado. Con estas cuentas, no será fácil crecer por encima del 2´5% y mantener la tendencia del empleo. Ojalá nos equivoquemos, pero mucho nos tememos que estas políticas no conduzcan a nada bueno.