Desde hace semanas se están lanzando señales alertando sobre una clara desaceleración de las principales economías. Indicadores tan relevantes como los de producción industrial, manufactureros o el propio crecimiento del PIB, vienen reflejando claras muestras de enfriamiento. Consecuencia de ello, el BCE anunció el jueves unas medidas drásticas, tendentes a minimizar el riesgo de entrar en una nueva recesión… cuando algunos países aún no han conseguido recuperarse de la anterior. En esta línea, decidió retrasar “sine die” una subida de tipos de interés, que hace apenas un mes todos los analistas daban por inminente. Además, aprobó incrementar las inyecciones de liquidez al sector financiero, condicionadas a la concesión de créditos (lo que se conoce como TLTRO). Estas dos medidas, unidas a la radical rebaja de previsiones macro que hizo para la zona euro (del 1´7 al 1´1%) evidenciaron la preocupación de Draghi por una coyuntura tremendamente compleja, que podría incluso agravarse aún más si EE.UU. y China no acaban de cerrar su acuerdo comercial.
Así las cosas, el papel se hizo fuerte en las bolsas, registrando las principales plazas europeas y foráneas recortes superiores al 1% e incluso al 2% en Tokio y Nueva York.
En el parqué madrileño dos grupos -bancario y eléctrico- polarizaron la atención en sentido bien distinto. Mientras la decisión del BCE fue recibida con euforia por el sector más endeudado (el eléctrico) las entidades financieras las acogieron con preocupación, ya que una política monetaria tan laxa lastrará su beneficio. A resultas de todo esto, valores como Enagas e Iberdrola se apreciaron ambas más de un 3% y otros como Bankia y Sabadell se desplomaron un 9 y 9´87% respectivamente.
Las palabras de Draghi tuvieron también efectos inmediatos en la deuda, que volvió a servir de refugio. El bono alemán pasó del 0´19% del viernes anterior al 0´07% que marcó éste, un espectacular descenso del 63%!!! La demanda del bono español también se disparó, cayendo su rentabilidad hasta el 1´06% mínimos desde 2016. Al bajar ambos activos, la prima de riesgo apenas se inmutó, aunque consiguió cerrar por debajo de los 100 p.b.
Mínimos anuales también del euro frente al billete verde, cruzándose ambas divisas en las 1´12 unidades. Si la prima de riesgo apenas cambió estas últimas cinco sesiones, sí lo hizo la cotización del petróleo que terminó la semana por debajo de los 65$/barril.
En los próximos días habrá que estar especialmente atentos a los indicadores económicos que se publiquen. Éstos deberían adelantarnos si estamos en puertas de una nueva recesión o si solo se trata de una desaceleración que puede ser revertida. No tardaremos mucho tiempo en poder hacer un diagnóstico más fidedigno del estado de enfermo. En principio, el pronóstico es “reservado”.