Semana dura la que ha vivido la renta variable. El crecimiento exponencial de la pandemia por todo el mundo, está colocando entre la espada y la pared a unos Gobiernos incapaces de contener un brote que marca nuevos récords negativos día a día.
En un ambiente de pesimismo absoluto, las principales bolsas europeas registraron descensos en torno al 7´5%, llevándose la peor parte el Dax de Frankfurt (-8´61%).Recortes muy similares en Wall Street, cuyo principal indicador cedió un 7% y mucho más moderados en Tokio, donde el Nikkei se dejó un 2´29%.
En el parqué madrileño selectivo cayó un 6´4%, arrastrado el Ibex por el severísimo correctivo que recibieron valores como Amadeus, Inditex e Indra, que se desplomaron respectivamente un 12´15, 12´40 y 15´44%. Pocas cotizadas lograron esquivar las pérdidas y entre ellas mención especial para PharmaMar, cuyos títulos se revalorizaron un 5´5% tras conocerse la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea levantando Bruselas la prohibición de comercializar su fármacoAplidin, un medicamento para tratar a pacientes con mieloma múltiple.
Fuertes compras en los mercados de deuda que llevaron al bono español a zona de mínimos de los últimos doce meses, ofreciendo en el secundario una rentabilidad el 0´13%. El euro perdió terreno con la moneda estadounidense y ambas divisas se cruzaron en las 1´16 unidades. El preocupante escenario cortoplacista que barajan el grueso de los expertos hundió la cotización del petróleo, cerrando el barril de brent en los 37´61 dólares (-10%).
El martes presentó el Gobierno su propuesta de Presupuestos Generales. Contienen un aumento récord del gasto y una previsión de ingresos que la inmensa mayoría de los analistas consideran imposible de cumplir, por lo que -muy probablemente- estaremos abocados a un incremento sustancial de la deuda que se disparará por encima del 120% y a un déficit que no bajará del 12%.
Al menos la semana ha terminado con un dato positivo: España creció el tercer trimestre un 16´7%, apoyándose en el consumo y la inversión. El gasto de los hogares y la inversión empresarial tras el parón en seco del segundo trimestre, permitieron al PIB recuperar parte del terreno cedido el trimestre anterior (el peor de la serie histórica) y reducir al 8´7% la caída de nuestra economía, medida en términos interanuales. Una recuperación que, desgraciadamente, no va a tener continuidad en los últimos tres meses del año, ya que la pésima evolución de la pandemia apunta un quebranto económico de dimensiones mayúsculas. La situación es muy complicada y además todas las previsiones apuntan que se acerca un verdadero tsunami.