Semana negra la que han vivido los mercados. El incremento de la ofensiva rusa en Ucrania, con bombardeos indiscriminados sobre objetivos no solamente militares sino también civiles, encendieron todas las alarmas, sin que las medidas adoptadas hasta ahora por la Comunidad Internacional lograsen frenar la idea descabellada de Putin de conquistar todo el territorio ucraniano si el gobierno de Zelenski no accede a las condiciones leoninas que trata de imponerle el Kremlin. Así las cosas, el pasado jueves le trasladó el presidente ruso a su homólogo francés, que en caso de no claudicar Zelenski “lo peor estaría por llegar” y no parece que esta afirmación fuera una fanfarronada cuando solo 24 horas después de hacerla pública Macron, las tropas rusas bombardearan la central nuclear más grande de Europa, Zaporiyia.
El balance en los mercados fue desolador: las principales bolsas se desplomaron en torno al 8%; el petróleo se disparó hasta máximos de los últimos 7 años, pulverizando la barrera de los 100 dólares; las materias primas se desbocaron; el euro continuó cayendo con el dólar y ambas divisas se cruzaron por debajo de las 1´10 unidades; finalmente, el dinero buscó refugio tanto en el oro como en la deuda, bajando la rentabilidad del bono español hasta el 0´97%, tras anunciar Powell que la FED en marzo, subirá los tipos de interés un 0´25% frente a los 50 p.b. previstos.
En el parqué, las caídas fueron muy severas, dejándose el selectivo un 9%, acumulando en lo que va de 2022 un desplome del 11%. Retrocesos importantes en el sector bancario, donde Sabadell y Bankinter perdieron respectivamente un 21´75 y 15´92%, y en valores como IAG (-17´81%) e Inditex (-16´01%). Pocas cotizadas consiguieron esquivar los números rojos y entre los que lo lograron, mención especial para Solaria y PharmaMar, que recuperaron un 9´04% la primera y un 6´89% la segunda.
Consecuencia directa de la espiral bélica que estamos viviendo es el descontrol absoluto de los precios. El miércoles supimos que el IPC de la eurozona se fue en febrero hasta el 5´8%, dato que en España se disparó hasta el 7´4%, cifra no vista desde 1989 y que, de no controlarse, descuadrará todas las previsiones y colocará a nuestra economía literalmente contra las cuerdas, máxime si entramos en un período de estanflación (alta inflación en períodos de bajo crecimiento), como empieza a señalar incluso el mismísimo BCE.
Sin duda, estamos ante la situación más crítica desde la II Guerra Mundial. Si creyésemos la amenaza de Putin de que “lo peor está por llegar”, ni la crisis del petróleo del 74, ni la financiera de 2008, serían -en términos económicos- comparables. Pero solo si le creyésemos. Nosotros no le creemos. Ni siquiera Putin se atreve a tanto.