Semana muy densa en cuanto a noticias económicas tanto dentro como fuera de nuestro país, pero con saldo final prácticamente plano en el parqué madrileño. El Ibex terminó el viernes en los 8.652 puntos, apenas 5 décimas por debajo de como lo hizo el jueves anterior. El dinero mostró sus preferencias por compañías como Bankinter y Sabadell que se revalorizaron respectivamente un 5´53% y 6´79%, mientras sacaron papel en cotizadas como Ferrovial y Rovi que cedieron un 4´93% la primera y 6´16% la farmacéutica.
En el exterior, el índice más penalizado fue el Hang Seng chino, que se dejó en las últimas cinco sesiones más de un 4%, lastrado tanto por la nueva oleada de Covid que padece el país, como por un crecimiento del PIB en el primer trimestre de “solo” el 4´8%, inferior al previsto por su Gobierno.
Pocas diferencias también en los mercados de divisas, moviéndose el fixing euro/dólar ligeramente por debajo de las 1´08 unidades. Donde sí hubo diferencias sustanciales, fue en los de deuda y en los de materias primas. En los primeros, fortísimo repunte del bono que se disparó hasta el 1´93% (de forma paralela a como lo hacía el bund alemán) y más volatilidad aún en los de crudo, cerrando el barril de Brent en los 106 dólares (se dejó un 5%), lejos de los más de 120$ que llegó a marcar hace 12 meses.
Llevamos más de cinco años diabólicos. En este tiempo, los británicos aprobaron en junio de 2016 por referéndum abandonar la Unión Europea, decisión que se hizo efectiva dos años después. No repuestos aún del Brexit, en marzo de 2020 el Covid se propagó de manera imparable por todo el mundo, derivando en pocas semanas en una pandemia que se ha cobrado millones de muertos. Reducidos los devastadores efectos del Covid, gracias a la aparición de la vacuna, en febrero de 2022 Rusia invade Ucrania, amenazando con utilizar su armamento nuclear. Todo un cúmulo de gravísimas referencias que han disparado la volatilidad en los mercados financieros y han colocado a los inversores en situaciones límites.
Sortear los grandes desequilibrios económicos derivados de estas contingencias ha generado un endeudamiento masivo que obligará a corto y medio plazo a los bancos centrales a endurecer sus políticas monetarias (de hecho, ya lo están haciendo), abandonando las medidas laxas, cambiándolas por subidas generalizadas de los tipos de interés, tratando de frenar así la escalada de unos precios desbocados que podrían hacer descarrilar a las potencias occidentales más endeudadas. En resumen: estamos ante un escenario extremadamente complejo que requerirá medidas muy drásticas. No será políticamente correcto decirlo, pero controlar el déficit y la deuda debe ser hoy una prioridad. Si no lo hacemos, la alternativa es la quiebra. Por fuerte que suene. No hay otra opción.