Sin duda, las tensiones inflacionistas tienen amedrentados a los inversores y, aunque el IPC definitivo de abril confirmó el recorte en punto y medio de la inflación el pasado mes, los precios en España siguen ofreciendo unos niveles alarmantes (8´3%), neutralizándose buena parte de los descensos de la electricidad y los carburantes por el incremento que registraron los alimentos en abril, que se dispararon en tasa interanual más del 10%. Este incremento se produjo por la subida generalizada de la mayoría de los productos que componen la cesta de la compra y en particular el encarecimiento de la carne, el pan y los cereales, las legumbres y hortalizas y la leche, el queso y los huevos.
Aunque prácticamente la unanimidad de analistas vaticina que esta subida tiene un enorme componente coyuntural, lo cierto es que las tensiones geopolíticas actuales -y en particular la invasión rusa de Ucrania- tampoco hace previsible que a corto plazo podamos asistir a un descenso notable de la inflación, por lo que mucho nos tememos que habrá que convivir a corto y medio plazo con un IPC en torno al 5%.
La consecuencia de este “descontrol” de precios es que, para tratar de atajarlo, los distintos bancos centrales apenas cuentan con más herramientas que las de endurecer sus respectivas políticas monetarias, subiendo sus tipos de interés y haciéndolo de manera que esta subida no frene una actividad económica muy castigada ya por la pandemia.
La semana en los mercados ha sido muy desigual y así, mientras algunos índices europeos conseguían cerrar en verde o prácticamente planos, los recortes al otro lado del Atlántico eran de entidad, muy penalizados tanto el S&P como el Nasdaq por el desplome del sector tecnológico en general y de las criptodivisas en particular, con mención especial al bitcoin, que se hundió estas últimas cinco jornadas más de un 15%.
Volviendo al parqué madrileño, buenos números para el sector financiero (Sabadell y BBVA subieron respectivamente un 4´38% y 5´69%) y fuerte varapalo para el turístico (Meliá se dejó más de un 13%). El saldo fue prácticamente plano, ganando el Ibex apenas una décima, hasta los 8.338 enteros.
Euro y dólar cada vez se encuentran más cerca de la paridad: ambas monedas marcaron cambio en las 1´14 unidades (mínimos desde enero de 2017).
Los mercados secundarios de deuda ajustaron todas sus rentabilidades a la baja, cayendo la del bono español más de 30 pb, en línea con sus homólogos alemán y estadounidense.
El barril de Brent cerró en los 110 dólares, favorecido por el embargo que ultima Bruselas sobre las importaciones de crudo ruso.
Las bolsas parecen querer recuperarse del crítico momento vivido semanas atrás. No será fácil, hay demasiadas incertidumbres abiertas y todas ellas de mucho calado. De muchísimo calado.