Buena semana para las bolsas mundiales. Tras las caídas de inicio de mes, los inversores se decantaron por las compras, compras que permitieron los principales índices anotarse ganancias que en algunos casos superaron el 3%. Estas subidas se apoyaron fundamentalmente en los buenos datos macro que llegaron desde China -tanto su IPC como las ventas minoristas fueron mejores de lo esperado- y, sobre todo, en el discurso de la presidenta del BCE Christine Lagarde, que tras anunciar una nueva subida de tipos de interés el jueves (situándolos en el 4´25%), dejó entrever que es posible que esta sea la última de 2023.
Con estas premisas, el Ibex logró una importante mejora del 1´98% terminando en los 9.549 enteros. Además del fuerte rebote de tres compañías de mediana capitalización que coparon las alzas del selectivo (Solaria, Rovi y Grifols), el sector financiero fue el gran protagonista de estas cinco últimas jornadas, beneficiado por la subida de tipos. Este sector sigue siendo uno de los pocos beneficiados por la política monetaria actual, y muestra de ello son las revalorizaciones superiores al 20% que tienen entidades como BBVA, Santander o Banco Sabadell.
Estabilidad en el mercado de deuda y movimientos en el de divisas y materias primas. En los primeros, el bono español a diez años se mantuvo estable en el 3´66%, destacando la subasta del Tesoro del martes en la que adjudicó letras por más de 2000 millones a 3 y 9 meses, con rentabilidades del 3´49% y 3´73% respectivamente. Por su parte, el euro sigue cediendo terreno en su cambio con el billete verde, marcando fixing ambas monedas en las 1´06 unidades, perdiendo en poco más de dos meses más de un 7%. En los últimos, escalada del precio del barril de Brent que cerró en los 93 dólares, un 3´61% más que hace 7 siete días, situándose en niveles máximos de este año.
El viernes se cumplieron 15 años de la quiebra de Lehman Brothers, hecho que cambió el modelo de inversión. La fuerte exposición a las hipotecas basura forzó su derrumbe: hipotecas concedidas a tipos muy bajos, precios de la vivienda muy altos y demasiada facilidad en el acceso al crédito. Cuando la economía americana entró en recesión, los tipos subieron y los precios de las viviendas bajaron, haciendo que muchas familias no pudieran hacer frente a su hipoteca y, por ende, el poseedor de estas entrase en bancarrota. El resto ya es historia. La situación actual (teniendo ciertas similitudes con la anterior) es más liviana, ya que existe mayor rigurosidad a la hora de conceder préstamos hipotecarios y las autoridades están haciendo mejor su trabajo. De todo se aprende.