La verdad es, que si en otras circunstancias nos hubieran dicho que la bolsa, en solo cuatro sesiones, había subido más de un 4%, que la rentabilidad del bono había bajado 22 puntos básicos, que la prima de riesgo se estrechó 11 enteros, que el euro se revalorizó entorno al punto y medio porcentual con el dólar o que valores como Repsol y BBVA se disparaban un 7 y 15% respectivamente, bien podríamos creer que habría sido una semana pletórica. Sí… y no. No porque,aun siendo ciertos todos estos datos, no lo es menos que son mucho más consecuencia de un mero rebote técnico que la antesala a un cambio de tendencia en los mercados financieros, cambio por el que hoy por hoy nadie apuesta.
Frente a este espejismo financiero, la cruda realidad económica quedó evidenciada con una batería de pésimas referencias que reflejan con toda dureza la situación real en la que estamos: una de las más críticas de los últimos 75 años, si no la más.
Los resultados del primer trimestre de las dos entidades crediticias más capitalizadas confirmaban que esta crisis no iba a hacer prisioneros y los beneficios, tanto de Santander como de BBVA se desplomaron más del 80%; las agencias de rating recortaron la calificación de bancos, empresas y países; los datos de la EPA, lisamente helaban la sangre; BBVA, anunció la suspensión de su dividendo; el IPC se desplomó hasta el -0’7%; los Bancos Centrales anunciaban a uno y otro lado del Atlántico inyecciones masivas de liquidez con las que apoyar un sistema productivo al borde del colapso; el PIB español cayó un 5´2% hasta marzo, su mayor contracción histórica… un verdadero drama.
De manera muy similar a como lo hizo aquí el Ibex, se comportaron los principales índices europeos, donde las ganancias superaron incluso el 5% en Fráncfort. El dinero entró también con fuerza en la bolsa china mejorando un 3’41% él Hang Seng y de manera mucho más cautelosa en las estadounidenses, donde Dow Jones y Standard &Poor´s, registraron variaciones cortas.
Obviamente, en las próximas semanas seguirán llegando al parqué un sinfín de referencias muy negativas. Parar todos los circuitos económicos como han hecho los países más industrializados (con mayor o menor éxito) tiene un precio enorme: posiblemente una caída del PIB en nuestro país superior al 10% en 2020. Pero si el proceso de “desescalamiento” se hace con rigor, los efectos de esta pandemia serán asumibles y las cotizaciones recuperarán, más pronto que tarde, buena parte del terreno cedido en esta crisis. Más pronto que tarde. Ya lo verán.