Al Ibex -y a las principales plazas bursátiles- le está costando encontrar una tendencia en este inicio de año. La inflación se presenta como el gran problema de las economías mundiales, un problema que está cogiendo tintes alarmantes al dispararse por encima del 7% en pocos meses y amenazar con pasar de un problema coyuntural (provocado por el encarecimiento de la factura energética) a un problema estructural que podría prolongarse en el tiempo si gobiernos y bancos centrales no lo atajan con rapidez.
La bolsa madrileña cerró el viernes en los 8.806 puntos, acumulando en las últimas cinco sesiones un pequeño avance de 6 décimas. El sector bancario, favorecido por la deriva alcista de los tipos de interés que están llevando a cabo las principales autoridades monetarias, volvió a ser el preferido por los inversores en este arranque de ejercicio, sobresaliendo entre todas CaixaBank que se revalorizó un 8´68%. La cara negativa del parqué la ofrecieron valores de segunda fila como Siemens Gamesa y Fluidra cediendo respectivamente un 5 y un 9%.
Consecuencia de las tensiones geopolíticas en Ucrania, el petróleo subió un 3´89%, yéndose hasta los 85 dólares el barril, en zona de máximos de los últimos cinco años. El Tesoro -que prevé emitir deuda neta por importe de más de 75.000 millones a lo largo de 2022- celebró subastas de Letras a 6 y 12 meses, adjudicando 1.141 millones al plazo más corto y 4.375 al más largo, haciéndolo en ambos casos a rentabilidades sensiblemente superiores a la de la anterior subasta. En los mercados de divisas, el euro volvió a ganar terreno al dólar y ambas monedas se cruzaron en las 1´141 unidades.
El Ibex cumplió esta semana 30 años. 30 años intensos, siendo testigo privilegiado de la gran transformación de nuestro país en este periodo. Muchas luces y muchas sombras también estas tres décadas, en las que nuestro principal indicador se ha revalorizado más de un 220% consiguiendo una rentabilidad media anualizada del 4%, rentabilidad que casi se duplica si a la misma le añadimos los dividendos abonados por las cotizadas.
30 años que bien podríamos dividir en dos partes claramente diferenciadas: una inicial, de fuerte expansión a rebufo de las reformas económicas acometidas a finales de los 80 y durante toda la década de los 90; y otra, lleno de turbulencias e incertidumbres, que tuvo como punto álgido la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers.
Aunque el balance de este tiempo es positivo, el selectivo se ha quedado claramente rezagado frente a sus homólogos europeos y estadounidenses. Atravesamos una coyuntura muy complicada con un escenario incierto y nuestra economía se ve lastrada por una deuda galopante y una inflación desbocada. Dos factores claramente desestabilizadores para la renta variable.