Mucho se está hablando estos últimos días de la crisis del techo de deuda que se está viviendo en Estados Unidos, pero ¿Qué es exactamente y qué consecuencias tendría?
El techo de deuda (debt ceiling) es el límite máximo legislativo que marca la cantidad de deuda pública en la que puede incurrir el Tesoro americano. Este límite se introdujo en 1917 (por el impacto que estaba teniendo en su economía la Primera Guerra Mundial), siendo su objetivo inicial garantizar la disciplina fiscal, restringiendo gastos o aumentando impuestos para controlar el déficit.
El último nivel máximo establecido ha sido de 31´4 billones de dólares, nivel que superó el 19 de enero de este ejercicio.
Desde 1960 se han aprobado aumentos hasta en 78 ocasiones (49 gobernadas por Republicanos y 29 por Demócratas) por lo que podemos afirmar que siempre que se ha necesitado se ha ampliado. Así el pasado lunes, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, escribió una carta al Congreso pidiendo que se alcance un acuerdo para elevarlo antes del 1 de junio, fecha prevista en la que se incurriría en impago. Hasta ahora, el Tesoro está utilizando “medidas extraordinarias” para conseguir el dinero adicional necesario para pagar las facturas.
Hoy (22 de mayo) está previsto que vuelvan a reunirse Joe Biden y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. Este último ha afirmado un avance en las negociaciones tras una llamada muy productiva el domingo de Biden. Además, los principales líderes políticos se muestran optimistas, pese al fracaso en las negociaciones celebradas del pasado 16 de mayo.
Aunque existen alternativas al aumento del techo de deuda (como serían, jugar con el valor nominal y los intereses de deuda o emitir una moneda de platino de alta denominación) estas tendrían fuertes consecuencias.
De no alcanzarse un acuerdo, comenzaría una nueva crisis económica, peligraría el pago tanto de las pensiones, como de los sueldos de los funcionarios, aumentaría significativamente el desempleo, caería la demanda de bonos y la rentabilidad de la deuda se dispararía, habría una brusco desplome de las inversiones, provocando la necesidad de ahorro de los consumidores y un aumento de su desconfianza, fuerte recorte del gasto, depreciación del dólar, hundimiento de los mercados de renta variable (se estiman recortes en torno al 45%), caída del PIB (las estimaciones de la Casa Blanca para el 3º trimestre de 2023 oscilan entre el -0´3% y el -6´1%, y teniendo en cuenta que EEUU representa el 15% del PIB mundial, el impacto en la economía global podría irse hasta el -0´9% en el peor escenario) y bajaría la calificación crediticia del país (como ya ocurrió en 2011).
De hecho, los CDS (seguros de impago) se han disparado en los últimos días 180 puntos básicos hasta acercarse a máximos históricos.
Desde que empezó siempre se ha llegado a un acuerdo y tan solo se ha producido impago en dos ocasiones: en 1979 y en 2011 (durante dos días). Esperemos que en la reunión que se celebra hoy los principales dirigentes lleguen a un acuerdo, de lo contrario las consecuencias serían nefastas. Como decíamos en nuestra última crónica es: “algo improbable… aunque no descartable”.

Pilar Bardají (Bardají&Asociados)