A una semana del comienzo del último periodo del verano y tras un primer semestre muy positivo para las bolsas, los inversores se cuestionan qué hacer con su dinero en un mes de poca actividad bursátil.
Históricamente, agosto siempre ha sido un periodo complicado para la renta variable. El bajo volumen de compras y ventas de acciones, hace que toda operación que se realice (aunque sea de tamaño medio) afecte de manera mucho más brusca, provocando fuerte volatilidad y consecuentemente, temor a que las pérdidas se instalen en las carteras.
Cualquier noticia macro que suceda, afecta enormemente a la cotización de los valores debido al bajo volumen de operaciones explicado.
Estas turbulencias, hacen que nos planteemos modificar nuestras posiciones para poder tomarnos un “respiro” durante estos días y evitar riesgos añadidos.
La diversificación es la mejor arma para ello. Tomar posiciones en renta fija y en sectores en los que se prevea un buen comportamiento, es una estrategia clave para seguir acumulando ganancias (más si las inversiones son a largo plazo).
También, la distribución geográfica (además de la sectorial) es importante para reducir la exposición a sectores tradicionalmente más “agresivos”, sobre todo para aquellos más conservadores que quieren eliminar sustos durante sus días de descanso.
Respetar el horizonte temporal marcado es otra pieza clave. No tomar decisiones sin analizar antes bien el mercado, las declaraciones de los principales bancos centrales de finales de julio y los resultados empresariales del segundo trimestre…tres pilares fundamentales a vigilar antes de realizar algún movimiento en nuestras carteras.
Por tanto, apostar por la renta fija para asegurar rentabilidades -según los niveles actuales- y prudencia con la renta variable son dos estrategias que pueden ser las más recomendables para no llevarnos ningún sobresalto.
Según la máxima bursátil “sell in may and go away” el periodo estival está bajo la lupa. Periodo en el que la cautela es el mejor aliado.
Paula Álvarez Morales