El Carnaval es veneno, pero veneno del bueno se podría decir. Y se pudo demostrar el viernes pasado en Lusiberia con la actuación de la comparsa de los Hermanos Carapapas, Los Duendes Coloraos. Y además de veneno, es sentimiento. Las letras que los grupos hacen para cantar en el teatro traspasan sus muros y salen a la calle. Por eso una vez que termina Febrero el Carnaval no termina. Empieza la parte que más les gusta a los grupos, el contacto con la calle, con la gente.
Aunque no se puede negar que todo carnavalero quiere pisar el teatro para enseñar lo que tanto trabajo y esfuerzo les ha costado sacar. Y todos los aficionados al Carnaval quieren ir a escucharlos en el concurso. Prueba de ello son las largas colas que se forman todos los años para conseguir una entrada para entrar en el López.
Y si por soñar es, pues muchos aficionados al Carnaval sueñan con pisar el Gran Teatro Falla. Ese era el sueño de una chica de aquí, Naiara, y unos amigos se lo hicieron realidad. Esta sería una historia más, pero tiene algo especial. Uno de esos amigos que hicieron el sueño de esta chica realidad era Pablo Julio Martínez, componente de la murga La Caidita.
Este año el concurso en Badajoz no ha sido lo mismo. Faltaba su presencia y eso se ha notado. Y también el cariño que el tenían todos los carnavaleros. Todas las murgas de una manera u otra lo han tenido presente en sus letras y en sus actuaciones. Pero no solo aquí ha estado presente. También en el Gran Teatro Falla. Los Duendes Coloraos dedicaron su actuación a Pablo Julio en la final del Falla. ¿Y cómo fue esto posible? Naiara, se puso en contacto con Juan Gamaza, caja de Los Duendes Coloraos, y le comentó lo sucedido. Él se lo dio a saber a sus compañeros y todos decidieron hacer ese pequeño sueño realidad.
Pues este viernes tuvo su pequeña continuidad aquí en Badajoz. Los Duendes Coloraos le dedicaron nuevamente su actuación a Pablo Julio, y sus compañeros y amigos de la murga La Caidita quisieron tener un detalle con ellos también y les entregaron una placa para agradecerles el gesto que tuvieron en la final.
Porque el Carnaval no es patrimonio de ningún sitio, sino de quien lo siente. Y detalles como estos son los que lo hacen más grande.