La originalidad de lo humano
La originalidad del restaurante Gladys no está en un elemento, sino en la confluencias de muchos, y sobre todo de aquellos que son intangibles, lo que se cuenta dentro de la verdadera “economia”, la organización de lacasa de lo humano. Hacer de un negocio un lugar de encuentro, es verdadero arte, y dentro de él caben todas las artes y todos los artistas, así como todos aquellos que buscan lo que merece la pena. Manu está consiguiendo articular lo humano y está “restaurando” más allá de la cocina, que se hace un instrumento, de aquello que tanto necesita este mundo y esta sociedad, unas relaciones humanas, creativas, claras, sinceras y solidarias.
Una exposición de collage y una cena
No todo está en manos de las administraciones y de las subvenciones. Hay mucho de vida y de relación que genera bien-ser y bienestar. Ayer me acerqué a la cafetería Gladys, el motivo era doble; por una parte había prometido a mi amigo Manolo Barrantes que me acercaría a ver su exposición de collages, por otra quería ir con unas amistades a tomar unas tapas celebrativas de fin de curso, para conversar y compartir de nuestras propias vidas. El lugar era propicio y amable. Allí se daba la mezcla del arte y del bien hacer en el servicio de la restauración culinaria y de relación.
Un rincón de arte y relaciones
Está siendo una filosofía que genera vida en la ciudad desde un sencillo rincón. Manu en esta nueva etapa del negocio, transmitido de su padre, quiere ser creativo, aportar algo nuevo, y quiere hacerlo con aquellos que son creadores, que son de la ciudad, que desean aportar y compartir desde lo que piensan, sienten, crean… He visto ya pasar a bastantes: Gamero, Pedro Monty, Seres, Barrantes, Juan Ledesma, Christian… El establecimiento es sede del encuentro, del arte, la música, la literatura, sin límite, abierto y acogedor. Pero sobre todo es lugar de relación y de ciudadanía, de comunión y esperanza.
Aportar, unir y crear
Es un modo de aportar y crear, de enriquecer en la interconexión de sentires y bellezas que hablan al corazón y al alma de lo humano. Se puede tomar una copa, tener un conversación profunda y estar acompañado de una obra de arte, de una música excelente, o de una magia incomparable. Así ha sido siempre en la historia de las artes, las lenguas y las literaturas, se han encontrado, comunicado, compartido, han generado escuela y ambiente, y eso ha sido lugar de acogida y de crecimiento de otros que llegan inocentes e iniciandos para poder adentrarse en el mundo de la creación.
Cuando los creadores se unen
Ayer eran los collages de Manolo Barrantes, mirarlos, acoger su colorido, atreverse a pensar la idea que transmiten, dejarse hablar por ellos o hablarles, comentarlo, y eso hacerlo en un momento de esparcimiento, de fraternidad y disfrute, se convierte en un complemento de lo humano y de lo creativo. Generado por iniciativas de gente inquieta y generosa, capaces de lo comunitario, más allá de lo mercantil. Ojalá se multipliquen iniciativas de este tipo, y ya sé que hay algunas más. Pero hoy quería señalar esta que ya lleva un proceso de vida interesante con bastantes personas implicadas que van haciendo que nos impliquemos y lo conozcamos muchos más.
El negocio
Ayer fue una velada estupenda e integral, como han sido otros momentos anteriores. Nada espectacular, pero sí algo profundo y sencillo que tiene otro lenguaje, otra finura y agrado, en medio de esta sociedad, a veces, tan burda y tan basta. Felicito a Manu por saber ser lugar de unión y relación, generar un “negocio” en el verdadero sentido del término: lugar para la relación, la contemplación, el ánimo y la ayuda en el intercambio de aquello que no sólo es crematístico, sino humano.