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José Moreno Losada

De lo divino y lo humano

“Adiós orante al abuelo centenario”

Vivir y morir  con dignidad

 

Morir en paz

Hace dos días  Jesús me llamaba y me comunicaba que el abuelo Paco ya estaba en las últimas, requería mi presencia para orar con ellos en esta despedida tan entrañable y sentida.  Recibió la unción y  yo conectaba con los amigos y conocidos del facebook para pedir su oración de acompañamiento a Paco, el abuelo de Jesús Sánchez, que estaba en sus últimos momentos:“En el día de la Asunción, oración sacramental sencilla, entrañable, humana, filial, agradecida, pacífica , de consuelo y alivio, de despedida para la eternidad. Francisco Sánchez -98años-  ha recibido la unción de enfermos rodeado de sus hijos que, aunados en sus manos entregadas y vencidas, han rezado el Padre nuestro en su nombre con un corazón lleno de vida y esperanza en sus últimos latidos. Oremos con esta familia de Francisco, en estos momentos, cuando está dando sus pasos últimos hacia el Padre.”

La Palabra y la vida

Pocas horas después, rodeado de sus tres hijos y nueras, expiraba. Yo recibía la llamada de Jesús que me comunicaba que el abuelo, con la paz de la unción, ya se había despedido para siempre y había pasado a la otra orilla de la vida, en el mismo día en que celebrábamos la asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos.  Al día siguiente nos encontrábamos en el tanatorio para preparar con sencillez el rito de solemne  despedida en el entierro  del padre y del abuelo querido. Me tocaba recabar sentimientos y vida, algunos ya conocidos, de sus seres más queridos, para hacer lectura creyente, a la luz de los textos bíblicos apropiados. Conversamos entre lágrimas, anécdotas y también sus risas, la vida mezcla todo y todo es  y tiene vida. Los textos propuestos por Jesús, su nieto,  hacían referencia a elementos fundamentales: Evangelio lucano, “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre…en la debilidad Dios nos da su señal más fuerte y grandiosa”, así habían sido los últimos años de Paco, desde que quedó ciego y, más tarde, paralítico, donde sólo la grúa y el corazón de los que le rodeaban lo habían movido para que nunca tuviera ni la más mínima escara. El salmo de la vida familiar y cotidiana como prenda de la bendición de Dios: “Tu mujer como parra fecunda, tus hijos como renuevos de olivos, comerás del fruto de tu trabajo, te irá bien…”, un siglo de salmo cumplido. Y en el horizonte la verdad del Apocalipsis, como horizonte y sueño de lo amado, porque “ya no habrá llanto, ni luto, ni dolor… ni ceguera, ni parálisis…”. Su hija Pilar fue la voz para proclamar esta palabra de Dios tan cumplido en la sencillez de su padre y de su casa, la que le ha cuidado con todo su ser.

Digno en la vida y en la muerte

Las claves de la homilía, a la luz de  la palabra elegida, no tenían mucha dificultad: “Vivir y morir en la dignidad”. Un hombre que había entendido la dignidad, la había construido y la había dado a los otros: En su trabajo fue fiel y luchador infatigable, con los vecinos fue honrado, con su mujer  fue cuidadoso y lleno de ternura, con sus hijos ejerció un amor exigente y comprometido para construirlos sobre roca firme en la que pudieran asentarse otros, y con los nietos ejerció el mimo y el orgullo de la exageración, como expresaba muchas veces: “los hijos me han salido buenos, los nietos cojonudos”. La fe fue más la que compartió su esposa Sacramento, aquella de la que podía decir con orgullo: “qué monja se ha perdido la Iglesia, y que no le permitía ningún exabrupto para no ofender al Señor. Y esta dignidad que de él nacía, la ha recibido colmada, a lo largo de su existencia,  en la obediencia y el respeto de sus hijos, en la consideración de sus conciudadanos, en el cariño de su esposa, en la admiración de los nietos, pero sobre todo en el cuidado y la ternura que ha tenido en los últimos años de su vida, cuando le tocó volver a la dependencia total del niño envuelto en pañales, en un cuerpo de agotamiento entregado por toda una vida realizada y gastada en ser y en hacer junto a otros y para otros. Ahí han estado, la hija Pilar que ha hecho de la debilidad paterna su centro  y fortaleza de vida, los hijos Franciso y Juan que no la han dejado nunca sola, los nietos atentos, y como un ángel Silvia, esa cuidadora entrañable, que se ha sumado a la familia por la vía de la compasión y la misericordia ejercida con obras de lo diario, esas obras que no se pagan ni con todo el oro del mundo. Amén de los profesionales que han cuidado del bien interno de su profesión acompañando a este hombre enfermo. En Paco, no hay duda de que Dios ha sido el Dios de la dignidad y de la longevidad sostenida por el amor y el cuidado. Ahora sólo queda el consuelo del amor realizado de la vida cumplida, del sueño esperado.

Oración entrañable ante el abuelo ultimado

Por eso la celebración ha tenido un enmarque de oración gloriosa en la voz y el corazón del nieto agradecido, Jesús Sánchez, que en nombre de todos los que han querido y quieren a Paco – ahora resucitado y glorioso- se ha dirigido al Padre poniéndolo en sus manos:

“Mi abuelo ha vivido hasta el final. Señor, tú lo regalaste como criatura divina en brazos de sus padres, junto con otros seis hermanos. Vino a la vida desde tu corazón de inmensa bondad y belleza. Hoy vive en Ti, en el espacio hermoso que preparaste desde antiguo para él. En brazos nos lo trajiste, en brazos te lo entregamos, con la intuición inquieta de que de la vida, a la vida regresa.

Le despedimos en abrazo habitado, testigos de que en su vida la limitación, el cuidado y la dependencia nos ha hecho más sensibles, mejores, más abiertos al amor. Padre, te ha servido del inválido para seguir enseñándonos a amar.

Creo Señor, en la vida que no acaba. Creo que, si entre abrazos marchaste, Paco, con abrazos y sonrisas y besos te recibirán. Te estaban esperando.

Porque hoy el último de mis abuelos se reúne con su padre con su madre, con sus hermanos, con su esposa. Y con el resto de mis abuelos. Les recuerdo a los cuatro conversando mientras yo, niño, jugaba cerca. En la mañana de este agosto, la tertulia comienza de nuevo, esta vez con la siempre nueva alegría de la gloria.

Gracias Señor, por la vida que no cesa.”

 

 

José Moreno Losada

 

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Sobre el autor

“Entre lo divino y lo humano, pero sin fronteras entre lo uno y lo otro, va deambulando mi vida de cada día, como la de todos. Me muevo como ciudadano de a pie en la ciudad secular, como hermano en medio del mundo y como oveja-pastor en el ámbito eclesial, y no soy más que puro intento de una identidad en estos caminos de lo humano y de lo divino. Abro este blog con el deseo de seguir siendo encuentro y, ojalá, para abrir los ojos, con todos vosotros, a lo trascendente y lo inmanente de nuestra historia cotidiana." Pepe Moreno Losada, nacido en Granja de Torrehermosa en 1958, ahora –ya mayor- sacerdote en Badajoz y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura.


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