Vuelve a atardecer con ternura… y Luisa se despide
Marisa, médico compasiva en la residencia de la Granadilla, me hace llegar un sencillo mensaje y me dice que Luisa Torrado está en enfermería, bajo los efectos paliativos, en el trance de sus últimos pasos por este mundo. Su vida, tras un largo proceso de enfermedad cancerígena, toca a su fin terrenal y me dice que su familia desea que me pase por su habitación.
Acudir a un atardecer materno.
Algo me impulsa a hacerlo rápido y llego a esa paz calmada,contemplando el atardecer lleno de paz y ternura, a ese silencio sagrado de sueño y suspiro, la veo postrada, acompañada por su hija entrañable, escena de calvario tocado de ternura y calma en la espera de una despedida para un sueño definitivo. Es un atardecer para mí lleno de paz en el dolor, de consuelo en la tristeza, de armonia en la filiación llorosa ante la marcha, ya ultimada, de la madre. Y la recuerdo en esta residencia, a la que venimos a vivir y no a morir, vitalista, esperanzada, graciosa, risueña, celebrativa, creyente, sencilla, natural, amiga, vecina, compañera…la observo con sus cejas que permanecen pintadas y su peluca descolocada pero firme, y la beso con el rito de la paz, la absuelvo con la cruz del Dios amado, la acaricio con la oración del padre nuestro.
Una oración compartida en la debilidad
Y me satisface cuando su hija me dice que estando en el hospital decía que cómo no iba yo a verla, el sacerdote, me alegra estar esta tarde a su lado y ver que musitaba con sus labios algunas de las palabras del avemaría que yo rezaba cerca de su oído, para que se sintiera acompañada por esa virgen de la Gracia que preside a su pueblo de Oliva de la Frontera. Y en la oración me acompaña el llanto silencioso de la hija, y el decir de Juan que en su discapacidad quiere decir en alto los finales de mi frase y que cuando ve que lo yo la beso en su frente, me dice que él también quiere besarla y la besa más fuerte que yo para despedirla…
Ella supo darnos su pan de alegría y de esperanza
…y al llegar a casa, con el tono rojizo de un cielo calmado ya sin sol, sigo recordándola, orante, prostrada en su lecho, ultimando, y siento que ella nos ha alimentado en la alegría de la vida. Y en ese momento recibo ek envío de una canción por parte de Mónica, la canción que el próximo Domingo, día de Manos Unidas contra el hambre, van a cantar en la comunión, y siento que Luisa estará en ese pan viva y resucitada. Ella ha sido para nosotros en esta historia de la residencia de la Granadilla pan de alengría, optimismo y esperanza, y me emociono:
https://www.youtube.com/watch?v=rQQRt4G9Zb8