Desde el pozo de la Samaritana…
Ha sido un fin de semana de profundización y contemplación de la vida desde la trascendencia. Un privilegio del que disfrutamos unos pocos, la contemplación, algo que no es barato aunque si es gratuito cien por cien. Ha sido de la mano de una maestra, Consuelo, una claretiana, que tocada por la gracia, viene y nos lo cuenta para que nosotros también nos encontremos con el Otro de un modo nuevo y nuestros ojos se abran más y mejor, para que no se nos vaya nada de la vida y del paso de Aquél que es absoluto y que ha decidido amarnos más allá de lo que somos y hacemos. En un lugar de gozo y Tabor, propicio para la oración y la transfiguración, en el santuario de la Montaña en Cáceres. Y hoy Domingo , tercero de Cuaresma, en el que se abre el sentido de la vida desde el agua bautismal, el agua que renueva, transforma, crea, da vida…nos hemos puesto a rezar y contemplar desde el pozo de la Samaritana, que era de Jacob, pero a partir de su experiencia personal se transformó en lugar de novedad para muchos con una fuerza inusitada, incluidos nosotros los que en la mañana hemos compartido la palabra y la mesa de la eucaristía, tocados por este Espíritu que se pone junto a nosotros en el pozo del cansancio y de la espera.
Cansados, con el cántaro vacío
Allí una vez más he acudido yo también, como la Samaritana, cansado del camino y con el cántaro vacío, buscando cómo llenarlo en una fuente nueva, sabiendo que hay agua de vida, que en otras ocasiones la he bebido y me ha satisfecho, pero que en la vereda por no transitarla ha crecido la hierba y ahora me cuesta encontrar esa fuente que da vida, que sigo perdido más ocupado en la tareas que en el oficio de saber beber aguas de vida en las fuentes de la verdad. Una vez más he constatado junto al pozo que quiero y necesito beber un agua nueva. Allí he recordado que cuando te he encontrado y he bebido en Ti, a tu lado he sido más yo, he renovado mi identidad más profunda, he reconocido que lo que tú me ofreces me llena de verdad y me conduce a los otros con un espíritu nuevo, y he vuelto a pedirte que te encontraras conmigo y me diera el agua de la vida. Y he sentido que te acercabas y me hablabas allí junto al pozo, como si hubieras llegado antes y cansado por el por el camino realizado te hubieras sentado para esperarme en mi cansancio y así poder abrazarme y aliviarme. Allí te he escuchado hoy de un modo nuevo y me has ganado sanando mi corazón al oírte con tu abrazo divino:
Nos has hablado al corazón
“Ven junto a mí, pon tu cansancio junto al mío. Te estaba esperando, trae tu cántaro vacío, el de la vida, del quehacer, el de tu sequedad, desorientación, el del placer no logrado, trae tu desconsuelo, pero también tu tarea, tus trabajos, tu familia, tu amistad, tu entrega, tu compromiso… Ponlo a un lado, déjalo aquí, que vamos a beber gratis del agua de la vida. Respira profundo en el corazón del Padre y, vigilante, siente su paso paterno y su abrazo lleno de ternura, él trae frescura, serenidad, equilibrio, caricia, amor, cercanía, luz, es para ti, te trae la alegría, el gozo y la paz. Llenará tu cántaro vacío y tú serás fuente inagotable para que otros puedan beber en ti sin agotarte, porque estarás lleno de vida auténtica, de la que no está aquí o allí, sino en lo profundo de lo amado, allí donde el Padre te confirma : tu eres mi hijo amado.
Ahora iremos juntos
Ahora la tarea no será lo urgente, ni siquiera lo necesario, sino la gracia que acompaña la vida, la que te llena de gracia y gratitud, la que te lleva a adorar y confiar, la que te hace apóstol de lo gratuito en medio del mundo para que avance el reino de lo fraterno y de lo generoso.
Ahora estarás conmigo y no andarás en soledad, ni triste, ni agobiado, es más todo en ti será fecundo, incluso cuando no parezca eficaz. Avanza, sin miedo, con tus hermanos, adora y confía… y vuelve, vuelve junto a mí, porque yo estaré siempre contigo y tú, ya sabes, que sin mí no podéis hacer nada. Bebamos y gocemos de los que somos y de lo que amamos, porque sólo ahí está el agua de la vida, la que sacia tu sed de felicidad.