Gracias a la vida: 59
Llego de una cena regalada, llena de encanto, en el marco de lo universitario, de lo creyente y de lo humano, donde hemos hablado del aprendizaje por servicio. Me preparo para terminar el día, para completarlo agradecido y alguien me avisa de que estoy a punto de cumplir años… el 27 de marzo, llego a los 59. Y eso me enciende el alma, pongo de fondo la canción de gracias a la vida y comienza el corazón creyente a agradecer, agradecer, agradecer… y no paro.
Hace unos días escribía sobre el doblado de mi casa como su alma, donde el espíritu me ganaba y me seducía para el recuerdo entrañable y la valoración del presente regalado. Y esta noche me recuerdo abrazado a mi madre en la infancia sintiendo su calor y su ternura, me vuelvo a sentir a cabritos en los hombros de mi padre, caminando a casa de mis abuelos, rodeado de mis hermanos, sintiendo a todos mis primos y mis tíos como algo propio y mío. Y sueño con mi calle, con mi infancia, mis amigos, mis vecinos, mis compañeros de escuela… y bendigo a Dios. Ese pueblo, esa iglesia, esos caminos, esos juegos, esas piteras, esos mandados… no paro, no puedo parar, la fiesta, el entierro, la feria, la semana santa, la nochebuena… el campo, el cortijo, las gallinas, el dolor y la alegría, el suelo y la esperanza, el mieido y la confianza de un niño abierto, alegre y atrevido.
Y me veo con la maleta a los once años, la manta, el guardapolvo, en el seminario menor, rodeado de vida y de gente, de letra, ciencia y de espíritu. Corazón abierto, ojos grandes, deseos de vivir y saber, sin miedos, lanzado y con riesgo… en el frío y la esperanza, creyendo sin límites. Y el paso al mayor decidido y abierto, sabiendo evangelio y sintiendo un Dios que me seduce y me invita de un modo especial que me hace privilegiado. Recuerdo el día que con temor y temblor dije ante el obispo y la iglesia: “Sí, quiero con la gracia de Dios”, para servirle a El y a los hombres, al pueblo. Y el camino abierto a lo que la voluntad divina dispusiera…
Y ahora me encuentro con un camino hecho: Cheles, amor primero, Olivenza y San Jorge hechuras de trabajo a destiempo con compañeros queridos, Salamanca donde se me abrieron más los ojos, el seminario como formador y profesor un trecho de acción y conformación nunca acabada, tensión permanente, la universidad horizonte siempre abierto, caminos de acción y revisión de vida, amores que no acaban, que siempre permanecerán, nunca sabré gozar y agradecer la vida que he recibido en el quehacer de la pastoral universitaria, en el campus, lo amo y lo quiero, soy un privilegiado coronado con la corona que no se marchita de una comunidad que me supera y me quiere.
Y dese ahí, pasos, nombres, sitios… Perú, Parroquia de Guadalupe, Jec, Profesionales cristianos, Equipos de Nuestra Señora, Por ellos, Centro Escucha, Grupo de innovación didáctica, estudio del evangelio, Ecuador…. Tantos y tanto.
Y aquí sigo… en el borde, con 59, queriendo aprender a vivir esta etapa, este momento, y mirando con vergüenza al Señor de la vida, que con tanta ternura, me sigue preguntando: “ Pepe, me quieres…” y yo queriendo decir, con mucha timidez y mucho dolor, en esta misma noche: “Señor, tú sabes que te quiero”, y me gustaría “quererte más y mejor”, pero aunque creo, “aumenta mi fe”.