Acaban de marcharse Manolo Méndez y Loli Durán, matrimonio poblanchino, que aprovechando que venían a Badajoz a asuntos de inspección técnica del vehículo, me han llamado porque querían verme y estar un rato juntos, lo que suele llamarse tomar juntos un café, la excusa para vernos, relacionarnos, contarnos nuestras cosas, compartir la vida. Manolo es ese hombre grandón del que ya escribí, hace casi un año, con motivo de un accidente brutal que sufrió trabajando, camionero arrollado por un coche alocado cuando descargaba sus cajas de pollos. Fue algo grave y duro, pero hoy nos hemos estado riendo y disfrutando con la vitalidad, alegría, entrega, bondad que le caracteriza, con esa gran mujer con la que se complementa de una manera total y absoluta, los dos en amor y en compañía, a la vez que en verdadera libertad e independencia, aunque no cada uno se sabe y se vive todos los pasos y los sentimientos del otro. Estábamos los tres muy resucitados haciendo honor al lunes de Pascua
¿Qué conversación es esa que traéis por el camino?
En la conversación que hemos tenido ha salido la vida, todo lo que realmente interesa y por ese orden: su momento actual de salud y ánimo personal, la situación familiar tras el fallecimiento de Juan, padrino de su hija Adela, con relativa edad temprana; el momento vital de cada hija y cómo se están situando ante la vida. La pequeña, con su trabajo en educación, que se ha currado mucho su currículum y está disfrutando de poder hacer y crear lo que realmente ama y desea como maestra; Adela que ya está con su trabajo fin de grado y que también está ilusionada en seguir formándose, acompañada por su pareja Jorge, que es ya como otro hijo de la familia; y la mayor, Loly, que anda con sus afanes de concejal comprometida en el ayuntamiento, que se lo está tomando como un verdadero trabajo pero sin sueldo, que atiende también cuestiones de Cáritas, y que tiene más dejados sus estudios de enfermería, de la que sólo le quedan unas asignaturas y eso nos preocupa. Aunque la verdad, que se le ve feliz y eso, dicen sus padres, es lo más importante, de qué serviría que tuviera el título y estuviera triste e insatisfecha. Hemos hablado de la abuela y el deseo de vivir y ser por ella misma, su última gran acción ha sido comprarse, por su cuenta y riesgo, el andador, que incluye bolso y asiento para cuando se cansa en la calle poder descansar. Ni que decir tiene que hemos andado también por las caminos de lo social, lo político, lo que preocupa de la sociedad, de lo eclesial, especialmente en la parroquia, sus movimientos, cofradías, la vida, y sobre todo también de su ser salesiano, su compromiso por trabajar ese carisma de dar vida y animar, sobre todo a los jóvenes y a los niños.
Disponibles y agradecidos, el corazón les arde
Ahora, Manolo, tras todo este proceso tan duro, se quiere dedicar más a su formación y a la animación de grupos. Todo un proyecto de apóstol y de vida que está pendiente también de cómo quedará su situación cuando pase por el tribunal médico. Loli, la esposa, sigue firme en todo su quehacer: esposa, madre, nuera, suegra, trabajadora con los mayores, vecina, compromiso con la mujer, e inquieta por querer ser y vivir más y mejor, pero con una paz y una ternura que cura a cualquiera, incluido a Manolo. También nos hemos reído y contado anécdotas y deseos de compartir más momentos y actividades. Él siempre dispuesto para todo lo que sea apostolado, solidaridad, voluntariado…sin límite, y ella el apoyo que le sostiene para que él pueda tener esa disponibilidad. Ya están dispuestos a venir a la cocina del las jornadas de formación de la JEC en verano, aunque esta año Manuel tras el accidente y la situación de su cuerpo roto, en restauración, no podrá trabajar en la cocina –si partir el jamón- ni dormir en el suelo como los años anteriores. Quedamos que tenemos que ir un día a la Puebla de la Calzada a su casa para comernos esa “paella pascual, de resurrección”, nunca mejor dicho porque Manuel, en el accidente, lo recogieron muerto y ahora está vivo pero que muy vivo.
Me he acordado de Jesús y su amigo Lázaro
Cuando se han marchado, me he quedado en el silencio de la tarde, cuando ya el sol va de caída, cuando los discípulos se encontraban con Jesús resucitado y sentían que les ardía el corazón y volvían esperanzados porque no estaba muerto, sino que el crucificado había resucitado y estaba con ellos. En ese momento me sentía invitado a la contemplación de este hecho sencillo de vida, esta llamada y esta visita en mi casa, cosa no muy normal pues casi nunca estoy y casi nadie viene. Me acordaba de Jesús y su amigo Lázaro, cómo este se puso enfermo, murió, y la visita de Jesús le devolvió la vida. Me imaginaba yo, que aunque el evangelio no vuelve a hablar de Lázaro, éste en más de una ocasión buscaría a Jesús y lo iría a visitar , y compartirían la vida, tendrían su conversación de lo que estaba ocupando sus vidas en esos momentos, y recordando que estuvo más de cuatro días sin dar en sí. Pues así me sentía yo, me había visitado mi amigo Manolo (Lázaro) con su esposa Loli.
El sufrimiento era parte del camino para seguir amando
Él que estuvo muerto, días oscuros de UCI, desnortado, ahora viene con su coche, lo que pudo ser muerte quedó en susto, y tras un proceso largo de curación y sanación, todavía pendiente, aquí está resucitado, animado, motivado, agradecido, entregado, ilusionado, alegre, comprometido con ganas de ser más por dentro y poder hacer mucho más por fuera a favor de los otros. Es imparable. Está vivo, pero que muy vivo. Y agradezco a Dios, no sólo que se haya recuperado en buena parte, si no fundamentalmente cómo nunca le oído una queja de esta experiencia, ni una pregunta de por qué le ha tenido que pasar a él, ni una condena del que le produjo por imprudencia esta situación de postración, peligro y dolor. Más bien ha sido lo contrario, siempre agradecido, aprendiendo, diciendo que ahora valora más la vida y el sentido de la fe que mueve su vida, que esta ocasión ha sido de formación y aprendizaje de cosas muy importantes que hacen definitivas y marcan sus pequeñas opciones de amar y ser para los demás, que se siente más cerca y más querido por Dios. Sí, para él la situación de muerte que ha vivido no ha supuesto en ningún momento debilidad de su fe o su esperanza, sino más bien la confirmación de que Dios estaba con él y que su Jesús lo estaba animando y fortaleciendo en estos momentos, muchos más que en otros donde todo parecía ir de rosas. Es más, me dice Loli, que hasta se arrepiente de las etapas en las que se ha preocupado más de gozar y disfrutar que de ser más para los demás y compartir.
Y yo lo reconozco porque sigue partiendo y dando el pan de su vida
Ahora, cuando podría estar pensando en su pensión y en la paga que le quedará, siente que el tiempo le apremia y quiere servir más y mejor, quiere amar más a fondo perdido y que su vida, la que siente que una vez más le ha sido regalada, merece la pena si sabe darla. Y vuelve a repetirme que por favor cuente con él para todo lo que haga falta, o sea, que le hacemos un favor cuando le pedimos que nos dé parte de su vida. Y entonces, yo recuerdo a los discípulos de Emaús, cuando al ver que el caminante anónimo, que entró en su casa y su mesa, cogió el pan y lo partió para dárselo, lo reconocieron resucitado, y veo como esta tarde mi amigo Manolo-Lázaro-, con su cuerpo todavía roto y dolorido, no tiene otra preocupación que seguir siendo para los demás en todos los minutos de su vida, y yo veo en él, cuando se va, a aquel caminante –Jesús- que pasó haciendo el bien … Manolo sigue queriendo coger su vida, tras haber estado muerto y roto, para vivir dándose, y me confirma en la fe de que el crucificado ha resucitado y vive para siempre, y sigue dando su poder de resurrección a hombres de nuestro pueblo y nuestras comunidades como Manolo y Loli. Hoy vosotros, habéis sido la razón viva para aumentar mi fe en la resurrección de Jesús, en vosotros me ha visitado Él.