Lo sorprendente en lo diario
En el tiempo pascual me sobrecoge la riqueza de la luz que nos sobrepasa y nos da la vida. El resucitado que vence la oscuridad y el miedo, viene por el camino de la luz y de la alegría, y lo hace desde lo pequeño, en lo diario, ahí se hace sorprendente. Yo quiero estar atento para que no se me escapen esos haces de luz de lo diario en los que me abraza y me alegra de un modo inesperado. Así fue ayer con Gonzalo y su luz, sacramento de resurrección.
Gonzalo me saluda
Estaba yo sentado en la mesa de la cafetería de la facultad, periódico del día en una mano y café en la otra, se acercan por detrás y me llaman la atención con cariño e ilusión: es Gonzalo. Lo conozco de la Parroquia donde suele ir a la eucaristía con sus padres, un joven que se forma en AEXPAINBA – asociación de padres para la integración en Badajoz- y que ahora está haciendo, junto a otros compañeros de distintos lugares, un curso de formación muy interesante en la facultad de Educación. A la vez se prepara sus oposiciones para trabajos de la Junta que son reservados para personas con distintas capacidades, aunque últimamente estaba más preocupado con la prueba del MIR de su hermana.
Resurrección y luz en la cúpula
En el saludo le falta tiempo para decirme dónde ha estado esta semana santa y lo bien que se lo ha pasado: en Roma. Inmediatamente saca su móvil, se dirige con agilidad al Dropbox donde tiene cientos y cientos de fotos y se pone a compartirlas conmigo. Son fotos preciosas de su caminar por Roma, casi todas de detalles de luz y vida, de color y gracia, de grandeza y de pequeñez, de arte y de paisajes… no se le ha escapado nada. También me explica que en la capilla Sixtina estaba prohibido tomar fotos. Entre todas las fotografías destaca una que me seduce, es una cúpula con su vidriera traspasada por la luz del sol, una claridad que parece penetrar amando y curando la oscuridad con la gracia de la vida. Le felicito por todo y en especial por las fotografías y por esta que me en amora y le falta tiempo para enviármela y que sea también mía.
Me dejo traspasar por lo ordinario y lo sencillo de Gonzalo
Yo, me callo y silencio para acoger este momento, este haz de luz resucitada en su rostro, su sonrisa, su alegría, sus ganas de contármelo, compartirlo… y no puedo menos que acordarme de los apóstoles que tras ver a Jesús necesitaban contarlo, volver a la comunidad para que los demás se alegraran con su alegría. Me ha contagiado su vida y su luz, ha sido como el sol que entra por la ventana para dar vida y luz en el interior, como esa fotografía que él me muestra orgulloso.
Se ha dejado ver en favor de él
Me quedo pensando que muchos habrán estado en Roma estos días, él hablaba de muchedumbres en la plaza del vaticano, pero creo que su sentimiento y su forma de contarlo es único, y reflexiono cómo en la pascua habría muchos judíos y extranjeros por aquellos lugares de la tierra de Israel, pero sólo algunos tuvieron el gozo de sentir cómo el resucitado se hacía ver en favor de ellos, no hay duda que Gonzalo es uno de ellos en el hoy que estamos. Me alegro en lo profundo de la alegría que me ha transmitido Gonzalo y me quedo con ella – y su fotografía- como una señal sorprendente y sencilla del resucitado, a pie de calle, en el desayuno cotidiano y diario en la facultad. Gracias Señor por la luz de Gonzalo, por dejarte ver por él y poder yo contemplarlo radiante y luminoso, traspasado por la alegría de contarlo.
Y no sé por qué me siento invitado a escuchar esta canción que os propongo para interiorizar: