Interioridad y trascendencia para los niños: Verdad y vida.
“Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿O qué podrá dar una persona a cambio de su vida? ” (Mc 8,34)
Recibid la luz de la vida…
De qué nos servirá que nuestros niños se elaboren -se formen- con la mejor cera del mundo en el cirio de sus vidas, si les falta la mecha del espíritu y del amor… Cuidemos a nuestros niños y favorezcamos su interioridad y trascendencia, para que lleguen al amor más puro y verdadero, a la autonomía más verdadera que se ejerce cuando uno puede darse totalmente porque se posee realmente, para que puedan arder en la llama de la bondad y la ilusión, con la alegría que nadie puede robar nunca. Caminemos, con ellos, hacia la libertad que se hace verdadera cuando nada ni nadie puede impedir que se entreguen amando porque han perdido todo el miedo a la muerte y a los que, con ella, amenazan ofreciendo seguridad a cambio. Nuestros niños se merecen la mejor luz y toda la gracia, acompañemos sus procesos para que puedan crecer en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres.
Esta tarde gozaremos viendo su “museo del despertar”, ellos serán los artistas que nos muestren todas las huellas de sus pasos dados en este curso, despertando a la fe… será una fiesta de alegría, resurrección, ascensión y un adelanto de pentecostés.
Habilidades y entrañas…
En medio de una sociedad que se va perfeccionando y especializando en habilidades, apostemos por la interioridad y la trascendencia de lo humano y lo personal. Usemos todos los posibles caminos para que no haya vacío en el interior de nuestros niños. Hay muchas cosas en la vida que no se consiguen por las habilidades, o mejor, hay muchas habilidades que no serán posibles si no nacen de entrañas profundas, auténticas y libres. Ya lo decía el Evangelio – y lo comprobamos en la vida- que lo que hace puro o impuro al hombre no es lo que llega de fuera, sino lo que sale de dentro, del corazón, de la sede entrañable en la que se fundamenta nuestro “yo” y se abre al “tu”.
En gracia y sabiduría: el absoluto
Todos nuestros niños tienen derecho al absoluto, abramos las puertas de su espíritu más profundo para que lo encuentren y se abracen a él con toda su libertad y autonomía. Ayer una señora ya mayor confesaba públicamente que había llegado tarde a la vida, a la contemplación de la vida, a darse cuenta del valor real, de la profundidad de lo que le rodea, para poder vivir en verdad. Había hecho muchas cosas en su existencia, pero había vivido muy pocas y se había perdido muchas, quizás el camino tuvo que ser así para descubrirlo. Le dijimos que bienaventurada ellas que había llegado a esa verdad, para no vivir en la mentira o en la superficialidad en estos momentos. Hagamos lo posible para que nuestros niños lleguen lo más temprano posible a la verdad de la vida, lo hagan con un proceso real cuidado y acompañado por nosotros. No los entretengamos con el mucho hacer y el poco vivir, vamos a darles armas y herramientas para vivir a fondo lo que son y lo que les rodea, que no se pierdan la vida. Que nuestro deseo de seguridad sobre ellos no les quite su libertad auténtica ni su amor verdadero.