El colegio, la comparsa y la murga: De corazón¡

Entre la vorágine carnavalesca y sus múltiples perspectivas y facetas confieso tres momentos vividos que para mí han sido buena noticia. Viernes en la mañana, me cuelo en el colegio de
los maristas, veo cientos de niños pequeños formados y formándose, con cuerdas de fiesta y colores de libertad desde tres años, avalancha de abuelos con algunos padres, todo es luz y alegría, me llena de esperanza, me siento renovado por dentro y quiero creer en la educación integral, la que pasa por lo profundo y el espíritu.

Hace una semana, al salir de la parroquia, decenas de sillas de ruedas de aspaceba, alguna habitada por jóvenes paralíticos, todas empujadas por personas de corazón fuerte, música habitada de compasión
erdadera, de hacer el camino juntos e igualdad. El domingo me dirijo a la residencia de los mayores y en el camino me los encuentro avanzando en sus sillas para llegar al desfile, serán la tercera comparsa, se me ensancha el corazón al verlos, toco la bocina a todo pulmón, me hubiera ido con ellos. Me llenan de fe, oigo el evangelio: “levántate, toma tu camilla -silla- y vete a la vida, al disfrute, a la fiesta. Si ellos saben vivir, amar, y se mantienen en pie, cómo no voy yo a tener fe y seguir caminando, con ellos y en mi historia. Pido que mi fe sea como su disfraz, un globo que vuela por encima de la tierra y convierte la parálisis en visión global y optimista.

En la tarde vuelvo a la residencia de mayores, en esta ocasión no a decir misa, sino a tomar una
copa y gozar y bailar con los mayores, está anunciada una murga, “la mascarada”, ya son como de casa. Este año Pepe, de la cafetería, no los había llamado porque no hay presupuesto para pequeño concurso. Pero han sido ellos los que han llamado y han dicho que qué pasaba, ¿no nos invitáis? Le explica y ellos responden nosotros vamos por lo que vamos, los queremos y deseamos darles nuestra alegría a los abuelos, porque eso es lo mejor del carnaval, la gratuidad de la alegría. Y yo me sonrío por este amor murguero, han sido varias. Por estas tres razones, yo personalmente, miro al Dios de la alegría y grito: ¡vivan los carnavaleros de corazón¡
José Moreno Losada