MUSULMANES Y CATÓLICOS POR LA FRATERNIDAD HUMANA
En Febrero del año en curso, en el viaje apostólico del Papa Francisco a los emiratos árabes unidos, se realizó la firma de un documento común trascendental entre Al-Azhar y la Iglesia Católica, sellado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb y el Papa. Nosotros, en estas fechas tan entrañables para la comunidad islámica en su mes de Ramadán y en el tiempo pascual de resurrección para los católicos, queremos unirnos y manifestar nuestra alegría y paz por dicho documento y señalar aquellos aspectos que consideramos de especial importancia para nuestro diálogo interreligioso en Extremadura. Comulgamos en cuestiones fundamentales, como que la fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe religiosa, el creyente -musulmán y cristiano- está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres. Por eso no podemos separarnos ante el deseo de la fraternidad humana, al revés, hemos de unirnos en voluntad buena y leal, para trabajar juntos y educar a nuestros hijos en una cultura del respeto recíproco y de la ayuda mutua. Por eso trabajamos ya en Badajoz y en Extremadura por un diálogo fraterno y sincero.
Sentimos que hemos de trabajar juntos para difundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, a los conflictos, a la degradación ambiental y a la decadencia cultural y moral que el mundo vive actualmente. Somos conscientes de que el primer y más importante objetivo de las religiones es el de creer en Dios, honrarlo y llamar a todos los hombres a creer que este universo depende de un Dios que lo gobierna, es el Creador que nos ha plasmado con su sabiduría divina y nos ha concedido el don de la vida para conservarlo. Un don que nadie tiene el derecho de quitar, amenazar o manipular a su antojo, al contrario, todos deben proteger el don de la vida desde su inicio hasta su muerte natural. Por eso, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como los genocidios, los actos terroristas, las migraciones forzosas, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia, y las políticas que sostienen todo esto.
Nos preocupan del mismo modo, las causas más importantes de la crisis del mundo como es una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos, además del predominio del individualismo y de las filosofías materialistas que divinizan al hombre y ponen los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes. Creemos que, aunque hemos avanzado con un progreso de bienestar y cuidados, se está dando al mismo tiempo un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación, llevando a muchos a caer o en la vorágine del extremismo ateo o agnóstico, o bien en el fundamentalismo religioso, en el extremismo o en el integrismo ciego, llevando así a otras personas a ceder a formas de dependencia y de autodestrucción individual y colectiva.
Nos preocupa que se esté dando una “tercera mundial a plazos” con la intolerancia y la exclusión mutua de extremismos de todo tipo. Así como también afirmamos que las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales —de los que se beneficia solo una minoría de ricos, en detrimento de la mayoría de los pueblos de la tierra— han causado, y continúan haciéndolo, gran número de enfermos, necesitados y muertos, provocando crisis letales de las que son víctimas diversos países, no obstante las riquezas naturales y los recursos que caracterizan a las jóvenes generaciones. Con respecto a las crisis que llevan a la muerte a millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a causa de la pobreza y del hambre—, reina un silencio internacional inaceptable.
Queriendo responder con comunión y diálogo, en el deseo de fraternidad para el mundo nos abrazamos el imán de la comunidad islámica de Badajoz y el Delegado espiscopal para el diálogo interreligioso de la comunidad católica de Badajoz, deseando un mes de bondad y bendición para toda la comunidad islámica y un feliz tiempo pascual de resurrección para los católicos.Adel Najjar (Imán) y José Moreno Losada (Sacerdote católico)