Tu luz y tu vida!
Me despierto en la mañana y al abrirme en la red al espacio de la vida me encuentro tu fotografía, Alfredo. La recibo como un sacramento de vida y de esperanza. Estas entre centenares de jornaleros que habéis madrudado, a punto del alba, para ir a la finca en Talavera, a los frutales para recoger con dolor y fatiga la abundante consecha de ciruelas. Ayer el periódico hablaba de las toneladas que este años se recogerán y superarán a las de otras campañas. Todos cosechadas por vuestras manos. En tu caso es la primera vez que te enfrentas a este tipo de trabajo, y tras las primeras semanas, ya pareces hecho a esa fatiga y cansancio entre dificultades de calor, mosquitos… Así como a la vigilancia y trato que recibís los jornaleros de los que vigilan y tienen responsabilidades con mando y decisión sobre quién puede o no volver al día siguiente a seguir trabajando. Es como un examen diario, porque son muchos los que están dispuestos a sufrir esas penalidades por un sueldo diario para seguir sobreviviendo y luchando en la vida. Para tí supone un reto y un sacrificio en este momento vital, y yo te admiro en tu capacidad de adaptación y lucha para seguir creyendo en tí y en tu transformación personal, cuando las fuerzas están muy ajustadas para el sacrificio que te estás pidiendo. Pero tengo muchas esperanzas en tu camino y en tu superación. La fotografía que recibo hoy de tus manos, se convierte para mí en una señal indeleble de tu espíritu y tu fondo. Sabes mirar al horizonte y sentir la belleza de un sol naciente, que hoy viene con fuerza y casi violencia en una temperatura que avisan que es peligrosa, pero tú te quedas con su seducción de luz y de novedad. Aparece un nuevo día y te siente iluminado y agradecido por la vida. Te acuerdas de mi persona, sabes que para mí el amanecer y el atardecer tiene un significado divino, de acogida y de agradecimiento, porque entiendo que esa luz, tanto al nacer como al despedirse, nos hablan del verdadero sentido de la vida, de saber vivir y morir como ejercicio de lo humano. Te agradezco el detalle de compartir de sentimientos, de acordarte, de hacer la fotografía y de enviármela como un saludo de complicidad de tu lucha y de tu ánimo personal. Me alegra compartir camino contigo, y aprender de tu esfuerzo y tus ganas de recuperar tu yo a fondo, de ser auténtico y original, de poder salir de lo que te quita tu verdadera personalidad y oculta tus mejores sentimientos. Hoy es un nuevo día, se presenta duro y fatigoso, pero también lleno de posibilidades y tú vas a luchar a tope para vencerlo y ganarlo. Yo aprendo de tí y me situo como discípulo. Le pido a Dios que te siga bendiciendo con ternura y fuerza, para creer en tí y hacer que tus sueños se hagan realidad: “mi sueño es tener una casa con mis niños y un buen trabao y mi buena mujer”. Lo tendrás.