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José Moreno Losada

De lo divino y lo humano

“Curas y su confinamiento”

Sacerdotes diocesanos ante la pandemia y el confinamiento (Estudio del evangelio)

Necesitábamos encontrarnos y retomar el estudido del evangelio, pero primero compartir lo que estamos viviendo y nos está descubriendo y sugiriendo el momento actual de crisis sanitaria, económica, política, social, cultural… a nosotros sacerdotes que estamos en medio de las comunidades parroquiales y otros grupos y movimientos cristianos. Nos interesan las claves del Papa en estos momentos.

Grupo de estudio del Evangelio: reencuentro

Alegría del reencuentro. Tras estos meses de confinamiento necesitábamos volver a nuestro grupo de estudio del evangelio, ese espacio de acompañamiento mutuo donde el evangelio y la vida van articulando nuestro ministerio sacerdotal. Nos acoge divinamente Leonardo, con él festejamos la canonización de Charles de Foucauld, la espiritualidad de la fraternidad de Jesús, a la que pertenece. Carisma necesario hoy por su radicalismo evangélico, sencillez, pobreza, apertura, fraternidad, hospitalidad, vida aparentemente infructuosa.https://www.facebook.com/1566593959/videos/10222569291372124/

Del confinamiento y la vida: lo descubierto

Necesitábamos compartir cómo hemos vivido el confinamiento y este nuevo momento, y percibimos cosas muy sencillas. Tiempo nuevo. Menos activismo. Hemos aprendido a dejarnos hacer por la situación. En nuestra secularidad noes hemos reencontrado con la casa, el hogar, abriéndonos a actividades cotidianas: limpieza, comida. Nos hemos encontrado con los vecinos desde la cotidianeidad, los necesitábamos y deseábamos los momentos alegres con los aplausos de las 8. Junto con la sociedad hemos sentido pobreza, vulnerabilidad, y hemos disfrutado de la gracia del compartir, hemos sido conscientes de la gran cadena de solidaridad. Ministerialmente nos han interpelado todos los sanitarios  desprotegidos y otros profesionales que han vivido la entrega desde su vocación, anteponiendo sus servicios a su seguridad. Nos ha costado vivir la dureza de los duelos, la muerte vivida en la soledad y en la impotencia.

Nos duele y nos preocupa

Nos duele y cuestiona cómo la pandemia ha enriquecido más a los poderosos (Amazon…), que siempre disponen de más medios para superar las adversidades y aprovechar la necesidad ajena. Nos escandaliza y preocupa el circo político, sin capacidad de acuerdos y tensando las relaciones provocando un estado de creciente crispación. Nos cuestiona cómo se presenta y se vive la dificultad de tomar decisiones cuando se cruzan intereses. Necesidad de habilidad para congeniar las diversas dimensiones (política, económica, sanitaria….). La complejidad de todo cuando todo está interconectado y nada se puede entender sin otras perspectivas y sin priorizar.

La iglesia y lo que se juega

En el ámbito eclesial y comunitario nos fijamos y detenemos en las manifestaciones eclesiales: Cáritas, celebraciones domésticas y las redes sociales, lo que se ha llenado de creatividad, cercanía, compromiso, radicalidad, riesgo… pero por otro lado nos interrogan las exposiciones del santísimo en los campanarios y terrazas, y otras acciones cultuales y lecturas apocalípticas y sectarias del momento.  Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Qué eclesiología hay detrás de las distintas repuestas? ¿Qué teología? ¿Qué imagen de Dios? ¿Provocador? ¿Consentidor? ¿Curandero? ¿Situado desde arriba, viendo la realidad a distancia? ¿Encarnado? ¿Sufriente? ¿Vulnerable? ¿Lavador de pies?  Nos preguntamos si hemos dado pasos serios en la dirección de un cuestionamiento profundo y evangélico: ¿Un Dios que remueve conciencias, que desea respuestas organizadas, que nos impulsa a generar una nueva humanidad?

En este momento nos vemos urgidos en nuestro ministerio y en nuestro equipo para la necesidad de pararse, reflexionar, analizar, (ver, juzgar, actuar). Que la ayuda inmediata a situaciones de necesidades primarias no impida la reflexión más profunda. Hemos querido profundizar cómo hemos tratado los cristianos y los presbíteros la ausencia de misas, los templos cerrados. Prisas por recuperar cuanto antes el culto comunitario. Nos preocupa que pueda haber de fondo el peligro de reducir la Eucaristía al culto, al mero rito y perdamos el verdadero sentido eucarístico de la iglesia, del bautizado, del ministerio. Es nuestra vida la que tiene que ser eucarística, de entrega y servicio. En este sentido creemos que si hemos estado contemplando la realidad y dejándonos empapar por ella seguro que hemos podido comulgar a diario con muchos signos del pan partido y entregado a los hermanos, de los que han estado dispuestos a salir de su comodidad para salvar, para curar, cuidar, alimentar, acompañar, escuchar…

Confirmados en la fe: el Papa

En la reflexión nos hemos querido abrir al hermano mayor que nos confirma en la fe y en la entrega de nuestro ser ministerial, al papa Francisco. Nos hemos querido abrir y preguntar por las claves que nos ha ofrecido en este contexto:

1.- Es claro lo que aparece en Laudato Si. Todo está relacionado: las personas, las naciones, las dimensiones (política, economía, sanidad, ecología…) Pandemia globalizada que exige respuesta global. Como el proyecto amado de la creación y el horizonte último de la nueva creación, en este situación de gemidos de parto y esperanza.

2.- Importancia de los pobres. La necesidad de descubrir, desde el evangelio, que lo pobres han de ser los destinatarios principales de los cuidados y los protagonistas de cambios: «Mirar a los más pobres, en estos días, puede ayudarnos a todos a ser conscientes de lo que realmente nos está pasando y de nuestra verdadera condición »… “Ustedes (Los movimientos populares) son constructores indispensables de ese cambio impostergable».

3.- Valoración de lo pequeño y los pequeños. Pequeñas acciones que nos aproximen al ideal, al horizonte orientador. Hoy se nos llama a un nuevo estilo de vida en la sencillez y en la sobriedad para transformar el mundo. La conversión de cada uno al “buen vivir”

4.- Diseñar una nueva realidad.  La nueva creación en gestación, nos llama a un conversión muy profunda, como hizo Jonás en Nínive. Se nos está llamando para pasar incluso del  crecimiento sostenible al decrecimiento, para llegar a la simetría de la fraternidad y del buen vivir como humanidad, a la universalidad como clave de salvación, hoy estamos en estado de Noé y necesitamos construir la barca, la canoa universal, la casa común:« Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad.Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades las que deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir”.

5.- Llamados a ser buena noticia, se nos pide que realicemos el ministerio como personas de esperanza. No podemos olvidar, nos dice el papa, que hemos de vivir de la esperanza propia de nuestra fe que confiesa que con nuestro Dios “la vida nunca muere”.

Razones para seguir viviendo… para resistir desde el evangelio y la vida

 El encuentro fraternal, la comida compartida, el ánimo fortalecido, y los sueños renovados. Ahora es un momento único para profundizar en el evangelio, en el encuentro con Cristo, para soñar la comunidad y reconstruir la iglesia en medio del grito de la tierra. La pandemia es una ocasión única para vivir este tiempo como Kairós verdadero. Aquí es momento de verdad, humildad y conversión a una fe original, a una comunidad más auténtica y simétrica, a una sinodalidad hecha de compromiso con la alegría del evangelio. Los sacerdotes estamos llamados a profundizar y convertirnos, hasta que lleguemos a ser realmente eucaristícos en la claves del verdadero sacerdocio de Jesucristo. Tenemos que caminar en esta reflexión de lo nuevo, en tiempos de dolor y oscuridad, pero esperanzados por la gracia y la presencia del Espíritu del Resucitado.

Nosotros, seguiremos encontrándonos para seguir profundizando, al hilo del estudio del evangelio que nos llama a adentrarnos en la sencillez del pesebre, en lo oculto del pueblo en Nazaret, en la bondad de construir la comunidad, en la elaboración de ese pan amasado de vida y evangelio para la mesa en el altar de la naturaleza y la comunión de la humanidad, en el compromiso de estar al lado de los pobres y crucificados de la historia, y que nunca nos falte la luz para poder ver los signos del espíritu del resucitado que actua sin fronteras en cada lugar y en cada tiempo, ahora más que  nunca.

“Dichosos los ojos que ven… lo que nosotros hemos podido ver hoy en esta casa y hogar del sacerdote de los Santos de Maimona. El nos preparó orgulloso su mesa, el pan estaba caliente y el vino de la propia tierra, nos alegró el corazón para volver al cenáculo, aunque se cierren los templos. Leonardo es un gran anfitrión y cocinero¡¡¡

Compartimos: Antonio Sáenz Blanco; Leonardo Terrazas Berrocal; Eugenio Campanario Larguero; José Moreno Losada. Sacerdotes diocesanos de Mérida -Badajoz

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Sobre el autor

“Entre lo divino y lo humano, pero sin fronteras entre lo uno y lo otro, va deambulando mi vida de cada día, como la de todos. Me muevo como ciudadano de a pie en la ciudad secular, como hermano en medio del mundo y como oveja-pastor en el ámbito eclesial, y no soy más que puro intento de una identidad en estos caminos de lo humano y de lo divino. Abro este blog con el deseo de seguir siendo encuentro y, ojalá, para abrir los ojos, con todos vosotros, a lo trascendente y lo inmanente de nuestra historia cotidiana." Pepe Moreno Losada, nacido en Granja de Torrehermosa en 1958, ahora –ya mayor- sacerdote en Badajoz y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura.


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