Creo, pero aumenta mi fe…

No lo tienen fácil, pero ahí están firmes y esperanzados! Celebrarán la confirmación de su fe el próximo sábado en nuestra parroquia. Son nueve jóvenes entre los quince y diecisiete años, han recorrido tres años de reflexión y vida en nuestra comunidad parroquial de la mano de Edu y Juanjo, sus animadores en la fe y acompañantes vitales.

Una tarde dominical  plena de vida

Ayer llegaba de mi pueblo natal, gozoso de un fin de semana lleno de vida y armonía con la naturaleza y con los paisanos, y retomaba la tarea pastoral en la tarde. No esperaba yo que una tarde pudiera dar tanto de sí y de gozo interno. Primero en una conversación con un docente y apóstol incansable que me proponía colaborar en procesos de reflexión laical, en orden a vivir el evangelio a pie de calle, conectado con el carisma del “Santo Ángel”. La conversación fue rica y profunda, abriendo muchas posibilidades de caminos y retos. En la parroquia conversación entre compañeros, Paco y yo, analizando lo que nos traemos entre manos en la parroquia y la diócesis y recibiendo a personas que buscan el bautismo para sus pequeños, pero que muestran una inquietud que va mucho más allá de un rito o una costumbre social, personas que se acercan a la parroquia y se quedan para hacer comunidad.

Juventud, divino tesoro

Tras la eucaristía familiar y gozosa de tarde dominical con un evangelio referencial del joven rico, llegaban los jóvenes con su animador, para preparar y ensayar la celebración del sacramento de la confirmación. Tras el ensayo, lleno de vida, ilusión y risas adolescentes, quisieron celebrar personalmente el sacramento del perdón. Allí estuvieron casi dos horas, uno a uno, haciendo su reflexión y buscando su unidad interna, su reconciliación con los demás, así como viendo su relación con Dios, desde sus vidas. Terminamos cerca de las once de la noche y me fui a casa muy confortado.

Maestro bueno, ¿qué he de hacer para ganar la vida eterna?

Me parece mistérico, en el mejor sentido de la palabra, el proceso vivido por ellos y su modo de situarse en la sociedad actual, permaneciendo en fidelidad a lo que sienten y han encontrado en la búsqueda de sus vidas y del sentido de su existencia. No les es fácil mantener el tipo en sus ambientes, se consideran sencillos y encarnados, pero no ceden en su pensar y sentir, quieren quedarse con lo verdadero, con lo que han recibido y aquello que están experimentado y descubriendo. Ahí no todo es fácil, dentro de ellos mismos, pues hay dudas respecto a la imagen de Dios, su propia creencia, también crítica a la institución eclesial y a mensajes de ella que les chocan, aunque reconocen la necesidad de conocerla mejor, no quieren falsear e incluso han planteado algunos si, con su situación personal, tiene sentido confirmar su fe, cada uno según sus vivencias. Unos vienen de haber estado lejos y ahora sentirse cerca, otros de haber permanecido y ahora querer avanzar en adultez creyente, otros con sus dudas pero con ganas de avanzar. Y yo según me van hablando me voy abriendo al quehacer de Dios en su interior y proclamando que al final ni el que planta ni el que riega, sino es Dios quien da el crecimiento y quien se va encontrando con cada criatura y con cada persona, si esta quiere y le abre una rendija de su puerta almada.

Ayer, con sus vidas, me dieron nueve razones para seguir creyendo y amando y me sentí, una vez más, llamado a purificar mi fe y hacerla más sencilla y transparente como la de ellos. En sus personas, ayer Dios fue bueno conmigo y me acarició en su encuentro. En sus personas veía el evangelio del joven rico con otro final más gozos y comprometido. Gozaré en la celebración de su confirmación, esta tarde profundizaré con ellos en la verdad de este sacramento que tanto tiene que ver con sus vidas. Ya no son masas, comienza a dejar se ser algo social, pero están llenos de vida y de singularidad, de autenticidad y coherencia, en medio de su debilidad y su edad adolescente. Chapeau¡