Dios y el sacramento del encuentro
El Dios en el que yo creo, es un Dios de corazón abierto, al que le gusta ser lugar de encuentro. Para mí se hace sacaramento cada vez que dos personas se reconocen y se abrazan en el vivir. Hoy, lo estoy presintiendo desde el amanecer, donde voy siguiendo a un grupo de personas que están gozosos porque este atardecer, tras muchos años , van a volver a encontrarse, lo van a hacer ligeros de equipaje y decalzos, como éramos en la infancia. Yo lo miro con ojos creyentes y el hecho me desborda, como revelación de lo divino en lo humano. Hoy se va a realizar un sacramento en plena calle y muy pocos van a darse cuenta, porque estas cosas no son de sabios ni entendidos, sino de gente muy sencilla, como aquellos niños de ayer que están en esa foto de hace cincuenta años y que hoy se van a abrazar en las calles de Madrid.
Abrazados y reconocidos en un rincón de Madrid
Hoy Madrid seguirá siendo bullicio, con la monotonía de un viernes a la noche, sin distinguir la vida, con el anonimato que le es propio y que marca la libertad y la indiferencia, al mismo tiempo, de los que deambulan por sus calles y esquinas.
Pero en medio del bullicio habrá singularidad y concreciones de vidas y amores- Fidela, Tomás, Maria LUisa, Felipe, Francisco, Miguel, José Ricardo, Juanjo, Fita-, que para nada quieren ser indiferentes, y que ,en el gozo de su libertad, deciden encontrarse para quererse desde el recuerdo en un presente que aviva y abre cauces de un futuro más entrañable y entrelazado.
Diez corazones en ascuas
Serán diez personas que están enredados en sus familias, sus trabajos, sus barrios, sus preocupaciones, sus gozos y tristezas. Personas con la mochila de la vida ya más que medio llena, cercanos a los sesenta años, que por un destino de lo rural y lo cercano, vivieron juntos su infancia y marcaron unidos los pasos primeros de su juventud esperanzada. Después la vida, la que nos lleva y nos trae, esa que nos llena y nos vacía al mismo tiempo, los llevó a cada uno por paraderos insospechados en busca de la realidad de un trabajo y de una realización personal que en el pueblo de origen no se encontraba. Allí, en el pueblo, les dieron las raíces y la savia, pero hubo que salir a crecer y florecer en otros lugares, con otros brazos, en nuevos ambientes, con otras realidades. Hoy se dan cuenta que están en Madrid, que son distintos y distantes, pero con un pasado de infancia y juventud compartido, unas vivencias que se muestran dormidas pero no muertas, y que al azuzarlas, por los caminos de los nuevos medios de comunicación e información, se han reavivado de un modo imparable. Son parte de un grupo mayor, unos treinta y algo, que estudiaron juntos el bachillerato elemental en un colegio libre adoptado de Granja de Torrehermosa.
Sabores de vida e infancia
Esta noche, a las 20 horas, se van a encontrar allí entre la puerta de Toledo y la Basílica de san Francisco el Grande, en medio de ese bullicio anónimo. Imagino como irán llegando y encontrándose, algunos hace más de cuarenta años que no se abrazan, hoy se abrazarán todos y será un abrazo con sabor a: infancia, transparencia, alegría, sencillez, travesura, complicidad, risas, guiños, recuerdos, anécdotas… Llevan todo el día sintiendo y emocionándose, porque va a ser algo tan sencillo como misterioso y profundo. Encontrarse y reconocerse, acogerse y abrazarse, mirarse y hablar con un mismo lenguaje. Será una comunidad de sentimientos, de actualización agradecida, de belleza historizada, de emoción abierta.
La eficacia del encuentro
Y lo más grandioso, es que puede ser un encuentro, que enraizado en el pasado, tengo sabor de futuro: de presente preñado, de amistad dispuesta a consolidarse y fortalecerse, de deseos de compartir lo vivido y por vivir, de volver con gracia al propio pueblo pero más acompañados, fortalecidos y motivados. Incluso con un deseo de entrar en la etapa de la tarde de la vida de otro modo, con la compañía de la infancia, con la alegría de la juventud, y con la sabiduría de la vivido, para al menos reírnos juntos a carcajadas.
Nos gustaría estar a todos en ese encuentro en Madrid –nos ponen los dientes largos-, ya los ha habido en el propio pueblo con los que por allí pasan, en Sevilla con los de aquellos lares… y todo preparando un día G (Granja de Torrehermosa) en el que nos volveremos a encontrar para poder reconstruir aquella foto fortuita y gratuita que ha permitido que nos queramos ver y saber unos de otros medio siglo después.
Feliz y fraterna noche
Hoy entre el bullicio, el anonimato, la indiferencia, habrá un rincón madrileño lleno de vida y de infancia que nadie ha podido robar con el paso del tiempo, que permanece bajo la ceniza y que hoy volverá a hacerse ascuas y encender de nuevo todos sus corazones. Feliz noche.