Miércoles de ceniza
Comenzamos la Cuaresma, tiempo religioso en el que los Cristianos nos sentimos llamados a cambiar la piel de nuestro corazón para que se haga más profundo, más generoso, más libre. Nuestros caminos son la oración-silencio, la limosna-generosidad, el ayuno-austeridad-libertad. Creemos en un hombre nuevo, resucitado, que vence el mal con el amor y con los sentimientos de Cristo, y necesitamos revisarnos con paz y ánimo a la luz de la humanidad de ese Dios que se nos da en la vida de cada día y en detalles sencillos pero divinos y transformadores que nos llaman a la verdad, a encontrar el verdadero camino, a gozar de una vida auténtica.
Para comenzar traemos a colación un hecho de vida del que se hace púlpito nuestro diario HOY dedicándole toda una página. Se trata de la generosidad de un niño en la celebración de su primera comunión, se convierte de esta manera en el grito mejor dado del comienzo de la cuaresma entre nosotros en Extremadura, en la mejor predicación de este miércoles de Ceniza.
Es verdad que en muchas ocasiones hacemos de ese día de la primera comunión algo contradictorio con lo que se celebra, lo convertimos en un homenaje sin límite para el niño, un acto social programado -ya hasta con barra libre-, olvidando los sentimientos de Cristo al que comulgan. Pero no todo el mundo lo hace así, hay gente que recupera el sentido más genuino de esa celebración en la que se parte el pan y se recibe la generosidad del propio Dios que se da a sí mismo. Rubén ha iniciado el camino de la verdadera Eucaristía, en él vemos un signo de la verdadera cuaresma, de la que lleva a la libertad y el gozo por el camino de la generosidad. Esta es la limosna que Dios quiere. Reflexionemos.
Cuaresma, sin palabras.
La verdadera limosna: “Cogió el pan lo partió y se lo dio diciendo: Tomad y comed todos de él…”
Rubén, con su corazón de niño acompañado por unos padres con sabiduría divina, lo entendió y dejó que los sentimientos de Cristo le cambiaran la piel de su corazón, haciéndolo realmente compasivo. Nadie nunca le podrá quitar esta alegría ni este regalo de ser generoso. Te damos gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a los pobres y sencillos… y a los niños. Desde Rubén entendemos que si no nos hacemos como niños no entraremos en la dinámica del Reino de Dios, donde la generosidad es fuente de una alegría auténtica y permanente. En esta cuaresma, Señor, ayúdanos a cambiar un poco más la piel de nuestro corazón, llénanos de tu compasión, haznos realmente generosos, para que hagamos de nuestra vida una verdadera limosna y así alcancemos la alegría que nadie nunca nos podrá quitar.
En nuestra parroquia alguno niños están haciendo una hucha solidaria durante el curso para que cuando llegue el día de su comunión ellos la presenten para los necesitados en la mesa del altar su propia ofrenda. Se trata de la hucha para los otros compartiendo de lo suyo. Maqueba, que se acercará al altar este años, ya me ha dicho que en su familia han decidido que serán tres regalos, porque no todos los niños tienen lo necesario para vivir… que cunda el ejemplo para que aprendamos los mayores, porque como decía José Antonio Marina educa “toda la tribu”.