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Crear una empresa, una actividad protegida por ley

Crear una cultura emprendedora es un proyecto a largo plazo que dará beneficios a la sociedad.

Crear una cultura emprendedora es un proyecto a largo plazo que dará beneficios a la sociedad.

No es que el empresario, en los últimos años también llamado emprendedor, sea una “rara avis” necesitada de protección ante un riesgo de desaparición pero  es cada vez  mayor la opinión general de que la actividad productiva, en sentido amplio, es la que genera una sociedad con un nivel alto de empleo, generadora de riqueza y de desarrollo, que permite que haya un equilibrio social razonable.

El Estado, consciente de la necesidad de recuperar niveles de actividad y de empleo que nos devuelvan a la etapa de crecimiento está promulgando normas que quieren, por una parte, fomentar la cultura de la empresa y, por otra parte, despejar el camino de trabas accesorias a todo aquel que tiene una idea de empresa y ánimo para desarrollarla.

¿Ellos nos va a permitir salir de la crisis? No, de forma inmediata, pero sí se están dando pasos, unos con perspectiva a largo plazo, y otros inmediatos.

A largo plazo, para que la generación de riqueza a través de la actividad en la empresa sea un valor principal de la sociedad, pues si queremos repartir entre todos y tener equilibrio social previamente hay que tener algo que repartir.

No es lo mismo que a un niño y a un joven le transmitamos en el colegio que debe buscar una actividad laboral con pocas responsabilidades, elevado lucro y que permita disponer de mucho tiempo libre, a que le transmitamos que la sociedad demanda de él, y le va a reconocer, que aplique sus capacidades a la organización de medios y personas para producir bienes y servicios, relacionándose honradamente con sus trabajadores, sus proveedores, sus clientes y con la sociedad, cumpliendo con sus obligaciones con todos ellos, y procurando obtener un beneficio que lícitamente podrá conservar, gastar o aplicar a otros proyectos.

Este fomento de la cultura emprendedora es una siembra de ciclo largo y los resultados tardaremos años en verlos pero, ciertamente, es un camino necesario y positivo que tendremos que valorar si ha cumplido sus objetivos dentro de una crisis o dos, no ahora.

A corto plazo, la Ley de Apoyo a los Emprendedores está eliminando burocracia injustificada que puede llegar a bloquear a proyectos y emprendedores  en aras de una seguridad que sólo tiene sentido a partir de determinados niveles económicos y de madurez de las empresas.

Los pocos medios económicos y de gestión de que disponen, normalmente, quienes emprenden en su juventud o quienes, ya siendo más maduros, tienen que levantarse después de una de esas caídas que se producen en la vida de muchos empresarios, no deben ser obstáculo formal para el ejercicio de la actividad emprendedora.

La Ley ha establecido fórmulas para que los emprendedores puedan acogerse a la calificación de “responsabilidad limitada”, lo que les permite, en la mayor parte de los supuestos, sacar su vivienda del patrimonio que responde de las deudas de la empresa, y se han eliminado las exigencias de capital mínimo para las llamadas “sociedades en régimen de formación sucesiva”.

También se han simplificado y agilizado los trámites para  la constitución de sociedades de responsabilidad limitada, todo ello, a cambio de ciertos requisitos formales; y, se han creado oficinas públicas (Puntos de Apoyo al Emprendedor) para colaborar en el lanzamiento de la actividad que se quiere emprender, y dar a conocer y ayudar en los trámites que se han de superar y las subvenciones que se pueden obtener.

En cualquier caso, son todas buenas medidas para que el riesgo que se ha de asumir sea razonable, y para que el inicio de la actividad no se vea lastrado con desorientación sobre gestiones, trámites y requisitos que se han de cumplir o ayudas que se pueden obtener, lo que en más de una ocasión, ha desanimado a quien quería acometerlos.

Estas medidas, más otras que contiene esta nueva ley y las medidas de apoyo y acompañamiento creadas por el sector público, facilitarán el emprendimiento y ello debe ser bienvenido, pero no olvidemos que lo fundamental son los proyectos, creer en ellos para dedicarles toda la intensidad que requieren, planificarlos adecuadamente y estar dispuestos a asumir el riesgo inherente.

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