Tanto los semáforos como las glorietas (rotondas), son un sistema, uno electrónico y otro físico, que sirven para regular y controlar el tráfico en las ciudades. Los primeros, responden a una aplicación de análisis matemático, llevado a la industria y desarrollado por la misma, desde hace más de un siglo.Los segundos (rotondas), más moderno y puesto en funcionamiento en Gran Bretaña, en la segunda mitad del Siglo XX.
En definitiva, ambos elementos cumplen la misión principal de controlar y regular el tráfico. De tal manera que una buena instalación de semáforos a lo largo de una Avenida o prolongación de ellas, dentro del circuito urbano, consiguen también una segura agrupación de peatones en sus pasos, correctamente pintados. Por tanto, se consigue una perfecta regulación tanto de vehículos como de peatones, porque la aplicación matemática, lo hace posible, con sus ciclos de tiempos y señalización luminosa y con ello, mayor seguridad vial para ambos.
Por otra parte, las glorietas solo consiguen no retener el tráfico de un vial, dando continuidad al mismo. Aunque su instalación debe ser simétrica con el eje de la avenida, acompañado de una buena iluminación que evite accidentes por distracción.
Abro un paréntesis aquí, para comentar la dejadez municipal con una de ellas, ubicada en la Avenida de Salamanca con la de Extremadura y Fuente de la Serrana, que con cuatro focos instalados en la base de la misma, sólo uno ilumina desde hace más de un año y ningún responsable se ha enterado. Iluminación, que sirve además, para realzar la escultura del globo terráqueo que allí está ubicado.
Pero continuemos con nuestra singladura, pues solo en la Capital placentina, se ha cambiado este diseño constructivo de simétrico a asimétrico, como la instalada en la Avenida de José Antonio hoy La Salle, en las proximidades del Cristo de las Batallas.
Diseño cambiado a iniciativa del Concejal de Tráfico, que con la brillante idea, de salvar dos palmeras de poca antigüedad, que podían haber sido trasplantadas, modifica el proyecto de los técnicos municipales, forzando a construir una asimétrica respecto al eje de la Avenida. La iluminación es la propia de la Avenida es decir, en penumbra, contrario al reglamento de seguridad vial, que deben estar suficientemente iluminadas.
Ahora, que ya ha habido accidentes en la misma, ya están estudiando el reforzar la señalización horizontal con pintura fluorescente y ojos de gatos. De la iluminación vertical, todavía no se ha dicho nada, aunque es fundamental para la seguridad vial.
La asimetría de esta rotonda, seguirá produciendo accidentes, dado que el conductor, es difícil que asimile este diseño, contrario a lo que estudió cuando se examinó para sacar el permiso de circulación.
Espero que la Ley de Seguridad Vial, no ponga ningún reparo respecto a su viabilidad, porque de lo contrario, las Compañías Aseguradoras, no van a parar de poner contenciosos al Ayuntamiento, en defensa de sus asegurados, si se demuestra que esta asimetría es un obstáculo en el sentido de marcha de un vehículo y que conlleva a potenciales accidentes. El tiempo dará y quitará razones.
En estos últimos tiempos, los políticos han intentado vender glorietas por semáforos y esto es un error. Los semáforos, no pueden ser sustituidos por glorietas, ni viceversa. El semáforo cumple una doble función: dar paso a peatones y regular el tráfico de vehículos.
Por ello, consideramos, que el eje urbano Norte-Sur, de la Capital placentina, debe llevar instalado a lo largo del mismo, una completa red semafórica, incluido la parte que falta y es muy necesaria, en la Avda. Martín Palomino hasta el cruce con la circunvalación Norte.
Con ello se conseguiría un adecuado y seguro control de vehículos y que con algunos pasos de peatones que faltan, para que no tengan que sortear como ahora la Avenida, con el consiguiente riesgo, todas las personas y empleados de las industrias que por allí transitan. Los puntos necesarios de control semafórico, serían: Cruce de la Estación de Ferrocarril, Hotel “Los Álamos”, intersección con las calles perpendiculares a la misma avenida y que facilitarían los giros.
Quiero terminar esta singladura con una cita de Gabriela Mistral, que dice “Hay alegría de ser sano y justo; pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir”. Esto es sólo lo que me mueve al escribir, comentar o criticar las decisiones de los políticos. Aunque ellos, no están acostumbrados a recibirlas, solo les gustan los halagos, abrazos y que les digan “qué bien lo estás haciendo”.
El gobernante debe estar sometido al escrutinio vigilante de la opinión pública.