Muchos de los que han hecho la mili recuerdan las colas para vacunarse. En cada llamamiento se ponían 21.000 vacunas. El 10 por ciento de los reclutas se mareaban.
En el centro de instrucción de Cáceres se hacía patente, todas las semanas, el hecho curioso de la rara relación entre las enfermedades y los días. De lunes a jueves acudían al médico entre 80 y 100 reclutas, mientras que los viernes, sábados y domingos sólo había un par de ellos. Parece que la cercanía del permiso tenía un importante poder curativo.