El Campamento Santa Ana debe su nombre a una ermita construida a mediados del siglo XVI en la dehesa denominada ‘Alcores de Santa Ana y de Don Juan’, en terrenos que desde el 23 de marzo de 1950 son propiedad del Ministerio de Defensa. El Estado compró estas tierras a dos hermanos portugueses, por 7.200 euros, para destinarlas a campo de tiro y para hacer instrucción el regimiento Argel 27, pasando la ermita a ser capilla castrense. En 1964 todo este terreno se convirtió en el CIR Centro y numerosos reclutas escucharon misa en la ermita, hasta que se suprimieron las celebraciones religiosas al temer que se cayera el techo sobre los jóvenes que hacían la mili en Cáceres. Se pasó a celebrar las misas en la iglesia que se levantó en el núcleo del CIR, llevando allí la imagen de Santa Ana que estaba en la ermita.
En el año 1996 el Ministerio de Defensa decidió restaurar la ermita. Se gastaron 84.000 euros en las obras que fueron realizadas bajo la dirección del capitán ingeniero José Gracia Arenas. La mayor parte del dinero procedió de una ayuda de la Caja de Ahorros de Extremadura.
Cuando los obreros comenzaron a trabajar en la ermita su estado era totalmente ruinoso. Unos arcos encuadran la entrada de la ermita. Sobre la puerta hay un fresco del siglo XVI, en muy mal estado entonces, que representa a Santa Ana y un ángel, con la leyenda ‘Ora pro nobis’. Junto a los arcos de la entrada se levanta un campanario. En el interior de la ermita hay dos estancias con bóvedas. Los obreros tiraron una casa en ruinas que estaba adosada a la ermita.
En las siguientes fotografías veremos como estaba la ermita en 1996 cuando se empezó la obra de rehabilitación:
El investigador Alonso Corrales Gaitán ha indicado que la ermita se construyó en 1556 por decisión del mecenas Juan Velázquez de Ávila, realizando la obra el cantero Pedro Gómez.
Los cacereños tenían gran veneración a la madre de la Virgen María. La invocaban para tener una buena muerte, pedían su ayuda contra la esterilidad y la consideraban protectora de los niños, pidiéndole socorro para ahuyentar las fiebres de los bebés. El ser tomada protectora de los más pequeños, debió ser la razón de que, durante un tiempo, en sus alrededores se enterraran los niños muertos en Cáceres. Así figura en un documento fechado en 1790.
Durante 100 años estuvo vinculada a la familia Carvajal, que intentó crear alrededor de la ermita un vergel, con vegetación traída del norte de África. Puede que por eso en este lugar se encuentre una palmera. El jardín se alimentaba del agua subterránea que hay en la zona y una colina lo protegía.
El periodista Fernando García Morales, en su libro ‘Ventanas a la ciudad’ recordaba que los cacereños acostumbraban a ir en romería a la ermita de Santa Ana, que se tenía como abogada de los que sufrían cojera. Escribió que se cantaba esta copla: “Todos los cojos/ van a Santa Ana,/ yo también voy,/ con mi pata galana“.
Las siguientes imágenes muestran como quedó la ermita tras su rehabilitación. Fue bendecida el 15 de diciembre de 1996 por el arzobispo general castrense José Manuel Estepa Llaurentes.