Artículo publicado hoy en Empresa y Finanzas, y redactado el pasado día 17.
Saludos
Navidad.
“Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes. Decid a corazón tímido: Esforzaos …” . Isaías 35:3.
En estas fechas en las que se concentran tantas comidas y cenas de grupos y empresas, uno se da cuenta que el mensaje agorero y catastrofista en referencia a la crisis en la que nos encontramos a alcanzado unas cuotas muy altas en su predicamento.
Y la verdad, los mensajes y los emisores en este sentido han ido aumentando con el paso del tiempo. En muchos casos incluso se a obviado de que en el año que vamos a terminar , se han producido muchos de los hechos económicos no precisamente positivos que ya se habían previsto con anterioridad; como el incremento del desempleo, la presión sobre la deuda pública, la falta de circulación del crédito, la pérdida de derechos laborales adquiridos…
Ha importado más el dramatismo del mensaje que análisis intrínseco de la situación.
Volviendo a las palabras del principio (Isaías 35:3), pienso que ya esta bien de lamentaciones, pienso en es la hora de resistir, de fortalecerás y de esforzarse.
De esta crisis vamos a salir todos de la misma manera; más pobres.
A estas alturas debería haberse acabado a la posibilidad de depositar las cual sobre el de al lado, llámese este “mercado” o “gobierno”…
El esfuerzo para salir adelante, el esfuerzo unitario y colectivo comienza no en la asunción de nuevas medidas, si no en admitir el punto en el que estamos y los pasos dados para llegar hasta aquí. Tal vez tendríamos que asumir que si estamos en una crisis inmobiliaria, no tendremos más remedio que situar las existencias del sector en su valor real, valor que facilite la transacción, estén en el balance de quien estén.
Tal vez tendríamos que asumir, que si estamos en una crisis financiera, el crédito no podrá fluir como todos deseamos porque precisamente existe un exceso de financiación en el sistema y la misma debe ser drenada para que la economía financiera no sea el alíen de la economía real. Tal vez tendríamos que asumir que el seguir emitiendo y renovando deuda, y el crear macrofondos para que las mismas continúen colocándose, no son la solución sino una manera de ganar tiempo. Tal vez tendríamos que asumir que el estado del bienestar esta muerto y enterrado, que la salida a la crisis va a ser por una puerta muy diferente a la puerta por la que entramos, y que muchos de los recursos que generemos de ahora en adelante tendrán que ser destinados a pagar los intereses de nuestra deuda soberana.
Tal vez, incluso tendríamos que asumir que no es descabellado el formular una quita de nuestra deuda o en su defecto, la renuncia a buena parte de la “soberanía” sobre gran parte de la política económica.
Asumir que lo políticamente imposible, ha pasado a ser económicamente necesario. Que el populismo ya no es popular. Que es la credibilidad la que manda y no la propaganda.
Realizado pues este primer esfuerzo, debemos centrarnos en lo que cada uno puede hacer en su entorno para que cada día sea sucedido por otro más próspero, por otro más eficiente. Darnos cuenta que esa ente abstracto del PIB no es otra cosa que ele agregado de cada uno de nosotros.
Este esfuerzo diario tiene un plus añadido e irrenunciable, que no es otro que el drama del desempleo. 4,5 millones de sobre esfuerzo que debemos repartir como responsabilidad unitaria entre todos los que podemos seguir aportando nuestro esfuerzo.
Hay que desmitificar a todos los profetas apocalípticos, y demostrar que están equivocados, al igual que han equivocado cuando vaticinaron el hundimiento de Europa del Este, o el del dólar más recientemente. Porque nada esta escrito, por sabemos que el año que bien seguiremos teniendo presión sobre la deuda, sobre las divisas sobre el mercado laboral… Ese es un guión que escribimos a diario entre todos. Con seguridad deberíamos hacer que la Navidad del dos mil once no permitiera otro comentario que el de la esperanza basada en un año mejor que el anterior, basada en que el drama del desempleo sea muy inferior del de este año y seamos más en la tarea de fortalecernos los unos otros, para alcanzar la meta de una nueva realidad, muy diferente a la que traíamos.
Tal vez, el primer esfuerzo sea reconocer que nos encantaba vivir en un absurdo económico.
Feliz Navidad.