Situación, domingo por la mañana, primer día que parecía que iba a llover. Plaza del pueblo (el nombre del pueblo lo omito porque no encuentro nada positivo que contar), todo listo antes de empezar la ruta, y antes, el café de rigor.
Visita al baño del local, puerta pequeña, tipo sandwich, pintada como no de color marrón oscuro “titanlux” satinado al uso.
El techo del baño de la misma altura de la puerta, increíble la maniobra para hacer pis en un metro cuadrado y un metro sesenta de altura. En las cuatro paredes, vestigios de lugares donde un principio se debieron colocar los utensilios que uno espera encontrar en ese lugar y ahora sustituidos por una alambre muy bien trabajada que “hace el apaño”.
La limpieza, un recuerdo de la infancia.
Lunes por la mañana, titular en prensa, algo así como ” el plan de excelencia turística no consigue atraer más turistas…”
Plan de excelencia, como me decían en casa cada vez que veían mi coche – nada que no arregle cuarenta duros de agua y jabón -. Eso si, establecido como hábito.
Los turistas que vendrán a nuestra tierra eligieran ir al valle del Jerte, o del Ambroz, o a Mérida, o a Cáceres, o a los mil lugares con encanto que tenemos. Pero todos, todos, todos, tendrán que hacer pis.
Ahí tienes un plan de excelencia!