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El Blog de Dimas Antúnez

Los países periféricos pagarán el arreglo del euro

Recomponer el euro va a suponer un gran coste para los países periféricos.

Recomponer el euro va a suponer un gran coste para los países periféricos.

Mucho se ha escrito en estos días si el resultado de la contención del déficit en nuestra región era un dato para presumir o todo lo contrario y, al mismo tiempo, y como no podía ser de otra manera, también se ha hablado del descenso de nuestro PIB, el cual vuelve un trimestre más a ser negativo.

Me voy a referir a un dato a nivel nacional y europeo, que cada cual podrá extrapolar a nuestra región con sus singularidades, atenuantes y agravante

La política del BCE y de los países donantes en Europa se ha encaminado a la contención de la deuda pública y a sus diferenciales referidos a los países periféricos, tratando de evitar el rescate en algunos casos, y aplicándolo a otros. Es una carrera desesperada para tratar de eludir la hoy todavía posible quita de deuda en todos estos países. Quizás para mantener la moneda única, quizás para preservar intereses de los países y sistemas financieros donantes.

En base a este riesgo, se ha tomado la determinación de comenzar a solucionar las enormes deficiencias de la moneda única en su nacimiento con la creación de un banco único que ejerza un verdadero control financiero sobre entidades y sistemas financieros nacionales. No sobre todos, porque quien paga manda, aunque sea torpemente, y se pierda así la oportunidad única de legislar de manera eficiente.
En cualquier caso, da igual que Alemania deje fuera de este control sus cajas de ahorro, o no. La medida es tan lenta que su efecto será demasiado pobre. Ya saben, lo de la cebada y el burro. Es decir, es una desafortunada elección arreglar primero, y con pésima velocidad en ejecutarlo.

Más de una vez he escrito que esta crisis comienza con una crisis de cultura y valores, para añadir de que existen tres factores críticos para una recuperación y sostenimiento económico: el capital financiero, el capital humano y el energético.
Podemos dar por bueno los apaños realizados para sostener los problemas financieros del euro; más que nada por centrarnos en el segundo problema, el capital humano: En nuestro país, hemos pasado de crecer en población a perderla a un ritmo cada vez más acelerado. Hemos pasado de crecer gracias a la inmigración, con personas en edad de trabajar, con capacidad de producir, de consumir, de estructurar familias, a un ritmo de 3% y 4% anual, a decrecer a un ritmo cada vez más acelerado de 0,2% anual. En términos de personas, a perder población en el último año a ritmo de 250.000 al año.
Incluso en la época de este crecimiento poblacional, España sólo crecía en productividad en términos de 1%, fuertemente endeudada en el exterior y consumiendo productos importados.
Con estas perspectivas de pérdidas netas de población, en edad de trabajar, de consumir de formar familias, de demandar vivienda, el PIB potencial disminuye. Hay menos número de personas a pagar impuestos, a cotizar a la seguridad social, a demandar nuevas viviendas. Por el contrario, el número de personas jubiladas se incrementa, a lo que se une las perspectivas de que la tasa de desempleo en nuestro país no comenzará a bajar de 20% hasta las cercanías del 2020. Por todo ello, no es de extrañar que sea el FMI quien continuamente esté bajando las perspectivas de crecimiento en España. Por mucho que nos lo cuenten los titulares de Economía y Hacienda sucesivos, la recuperación no será el próximos trimestre, y ya llevamos unos cuantos.
Consideremos ahora otros dos matices: El primero de ellos es que debido al sistema laboral español, que protege al trabajador con antigüedad, el paro juvenil duplica al general. De ahí, que sea esta población joven, más formada y con mayor conocimiento de idiomas la que opte por abandonar el país. Población que muy difícilmente retornará.
El segundo matiz es que muchos de estos movimientos migratorios de los países de la periferia se realizan a país de centro Europa, incrementándose los desequilibrios productivos entre unos países y otros.
Al no existir una fiscalidad única en la zona de la moneda única, que garantice los derechos de salud y pensiones en todo el territorio comunitario con sistemas de compensación entre países, se está produciendo un desmantelamiento de los sistemas de protección en los países periféricos que ya no afectan al futuro de los mismos, sino que afecta ya a los beneficiarios actuales. Y ello obligará a tomar nuevas medidas de presión fiscal.
Estos movimientos migratorios intracomunitarios podrán arreglar  el problema del euro si lo vemos de una manera global, pero a costa de los países de la periferia. Si realmente la solución a la que se quiere llegar es a la de preservar la moneda común, ayudando a cada uno de sus miembros actuales, no se ha tomado el camino correcto.

Y dudamos mucho que, después de lo “llovido”, esté en la mente de los dirigentes europeos hablar de sistemas compensatorios entre territorios, que fijen la población en los mismos o, al menos, que no perjudiquen las pensiones de los que dejan atrás.

Más bien pareciera que las voluntades fueran en sentido contrario. Como me dijera un amigo durante esta Semana Santa: “no es que estén errados, solo están callados“.

"…ni supongo, ni propongo, solo expongo…". Voltaire

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