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El Blog de Dimas Antúnez

En realidad, no estamos en crisis

Una mujer pidiendo limosna. / Dimitar DIilkoff

Una mujer pidiendo limosna. / Dimitar Dilkoff

Una de las preguntas que me plantean a menudo es  ¿a quién creer? ¿a quienes nos dicen que la crisis se ha acabado y que ya estamos en la senda del crecimiento, o al resto de nuestros sentidos, es decir, a todo aquello que desmiente las soflamas optimistas que sueltan en los medios de comunicación?

Tanto en la respuesta, como en dar la razón a unos u a otros,  tiene  mucho que ver el tremendo  hastío  que produce el seguir, seis años después, hablando de la cruda realidad económica que nos envuelve. Es ese mismo hastío el que sirve de coartada para que se lancen los mensajes de despegue económico tan de moda en esta época.

Dice el diccionario de la RAE, en su cuarta acepción, que crisis se puede definir como “momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes”. En ningún momento hace referencia a si ese momento crucial es por exceso o por defecto, porque sobre o porque haga falta.

Por tanto, e insisto, llevado por el cansineo de oir hablar siempre de lo mismo y en el mismo tono,   hoy quiero lanzar la idea de que la crisis real ha sucedido durante los diez  años anteriores al 2007. La primera crisis por exceso.  La crisis de la falsa abundancia.

Tiempos en los que no se supo, o no se quiso manejar y controlar parámetros como tasas de intereses negativos, como emisiones y comercializaciones de derivados no solo sobre elementos financieros, sino sobre cualquier materia prima y convirtiendo así en dinero virtual todo  elemento real necesario para que cualquier economía contara con una base sólida y real.

Tiempos en los que las instituciones financieras condicionaron las decisiones políticas, gozando de una década de inmensos beneficios, apalancando al sector privado con créditos e hipotecas, que después titulizaban, paquetizaban  y volvían a vender como instrumentos financieros que después de este cuádruple beneficio para ellos, oh  sorpresa, nos encontrábamos que habíamos comprando una auténtica mierda.

Menos mal que nos dimos cuenta a tiempo de que el sistema financiero había sido el gran beneficiario de esa época de falsa abundancia, y son los que están pagando por ello… Ah! … que no, que no ha sido así, que lo que ha pasado es que, además, le hemos ayudado con una “barra libre” ilimitado a un interés de risa y además una ayuda directa de unos 40.000 millones de nada, digo de euros. Pues entonces tendré que empezar de nuevo…

Como les decía, la auténtica crisis empezó a acabar en el año 2007,  y digo comenzó a terminar, porque nuestros entonces iluminados dirigentes, absortos en sus oficios varios y múltiples, tardaron unos años de nada en darse cuenta de lo que se nos venía encima.

A partir de ese momento se empezaron a tomar una serie de medidas tendentes a “sacarnos de la crisis” pero, no se engañen: todo es mentira desde el principio. Como les digo, no hay crisis, todas las medidas que se están tomando son definitivas, y además progresivas, y tienden a devolvernos al sitio que realmente nos toca, no solo a nivel nacional, sino a nivel global.

Otra cosa sería estudiar si dichas medidas son las apropiadas, y si se están tomando de una manera justa y equiparable para todos los sectores y actores de la economía patria.

A saber, como todo se había originado por un exceso de apalancamiento de la economía, lo que procedía  en términos generales era reducir dicho apalancamiento, es decir, sacar el exceso de crédito del sistema. De esta forma, se cierra absolutamente la financiación a familias en empresas; cuanto más pequeña es la empresa, menos crédito tienes (menos mal que solo 90% de las empresas de este país tiene menos de cinco trabajadores que sino…).

Y por otro lado,  a las instituciones públicas se le permitió endeudarse cada vez más (España ha triplicado el peso de su deuda desde el 2005), eso sí, con una prima lo suficientemente alta para que los inversores de los países donantes sacaran su beneficio particular.

También se ayudó a la gran banca local para que, primero, pudiera seguir comprando la deuda de sus países y, en teoría, para proteger un sistema financiero imprescindible como el respirar en cualquier economía (que nos decían continuamente), y protegiendo así a un sector que emplea a muchos ciudadanos.

El crédito no va a fluir. Somos un país sin solvencia suficiente para recibir financiación. La que recibimos es para dar tiempo a devolver lo prestado hasta ahora a los países donantes. Es más, las medidas adoptadas para la recapitalización de los bancos van en el sentido contrario a una hipotética disposición a prestar de los mismos. Su objetivo es la recapitalización, ese es ahora su negocio.  Y para eso, hasta la propia estructura sobra.

La realidad en el sector financiero hoy es que se ha beneficiado a los cuatro grandes grupos, engordándolos con bancos caídos a precio de un euros y con miles de trabajadores del sector en la calle, con otros miles esperando su salida en breve, y con el resto con condiciones laborales muy inferiores a las de hace cuatro año.

La cúpula, no, claro. De hecho, algún presidente que otro se ha beneficiado de todos estos movimientos para que su plazo de mandato, ya agotado, se prorrogue de la noche a la mañana hasta la llegada de su dorada jubilación.

Los salarios reales son más bajos, en la parte pública y en la privada.  Las subidas se congelan. Temporalmente, nos dicen, y seguro que no mienten. Pero no se engañen: cuando vuelvan a subir, lo harán con referencia a la productividad y a la competitividad, no al difunto IPC.

Gravísimo error ya recogido en los PGE, que consideran una reducción en la recaudación por la bajada de los salarios. ¿Como esperan sustituir el peso de la demanda interna cada vez más devaluada?  ¿Con la exportación, haciendo recaer la ganancia de competitividad en la bajada de salarios?

Si eso es así, ¿porque se continua incrementado año tras año el volumen de la deuda pública? ¿Será acaso que los países donantes no se han dado cuenta que con esta política de austeridad,  y con el consiguiente desplazamiento de mano de obra cualificada de la periferia a los países donantes, lo único que van a conseguir es una subsidiación cuasi permanente de esto a los países con problemas?

¿Todo esto por salvar lo poco que queda, es decir, la paz social? ¿De verdad no saldría más barato una quita de deuda como Dios manda, y llevar a la hoguera de los sacrificios a más de una vaca sagrada de los sectores altamente enriquecidos en la época de la falsa abundancia?

Las pensiones, las actuales,  solo nos queda rezar para que no continúen perdiendo poder adquisitivo directo.  En cuento a las futuras, pues ustedes mismos:  los PGE del Estado ya prevén utilizar el 20% del fondo de reserva para el próximo año… si alguien sigue pensando que va a tener  pensión cuando le toque a los 70 años, pues que de un paso al frente. S’i, he dicho a los 70 años.

Todos somos más pobres, bueno, todos salvo los que son ahora mucho más ricos. Menos, pero más ricos. Además de las rebajas de rentas, cargamos con la presión fiscal que se incrementa cada año, con los beneficios sociales que cada vez son menos, como la sanidad o la educación, y lo que queda por venir, como las rebajas en las diversas prestaciones sociales. Somos también patrimonialmente más pobres, porque lo que pensábamos que valía no vale, y el valor de nuestros  bienes inmuebles son muy inferiores a sus cargas.

Hace algunas fechas, en esta misma ventana indicaba que el caso de Detroit nos ha enseñado (nos debería haber enseñado)  que la evolución de la economía a un sistema global también ha generado un sistema de círculos independientes dentro de ecosistemas económicos que no tienen porqué mezclarse, funcionando de manera independiente pese a la proximidad geográfica de los mismos.

Por este motivo, cuando alguien en los medios de comunicación les diga que estamos saliendo de la crisis, no piensen en si les están mintiendo o no. Seguro que no lo están haciendo,  sencillamente está hablando de él, de su círculo económico. Usted y su crisis, sencillamente, les importan un bledo.

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"…ni supongo, ni propongo, solo expongo…". Voltaire

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